lunes, 18 de mayo de 2015

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Cristiano Ronaldo se consuela
El triunfo del Real Madrid no sirvió para mucho, diríamos que para nada, excepción hecha de Cristiano. Sus tres goles en Cornellà (45 en Liga) le sitúan cuatro por delante de Messi, a falta de una jornada para el final dela Liga. Quien quiera aliviar el fracaso de los objetivos colectivos con las conquistas individuales está en su perfecto derecho. En mitad del naufragio cualquier tabla resulta tan acogedora como un camarote con balcón.

Lo mejor que se puede señalar del Madrid es que cumplió con su trabajo en condiciones adversas. Y no es poco. Durante muchos minutos jugó al fútbol sin tener la cabeza en el partido. En ese rato, casi una mitad entera, el problema no fue la falta de entrega, sino la ausencia de convicción. El equipo corría y peleaba, pero se movía como un autómata, sin sentimientos y sin pizca de fe. Resultaba evidente que los jugadores no creían en el milagro.
Por el contrario, los futbolistas del Espanyol se aplicaban con el entusiasmo de quien tiene un objetivo concreto (la séptima plaza) y la ambición de vencer a un rival habitualmente inabordable. A ese espíritu combativo se añadía el talento de Sergio García y Caicedo, dos delanteros tan distintos como un huevo y una castaña, pero a los que divierte intercambiar posiciones y papeles.
El Madrid pudo marcar hasta en sus peores momentos porque podría hacerlo incluso dormido. Cristiano pudo abrir el marcador en mitad del apagón porque él nunca duerme. Pero faltaba el fuego. O sobraban los defensas ardorosos. En tales condiciones anímicas, el Espanyol se encontró con el partido que buscaba, con grandes espacios por delante y tiempo para pensar. Algo fallaba, sin embargo. A pesar de las buenas sensaciones, los locales no alcanzaban la portería de Keylor, el guardameta de los guantes incorruptos.
En la segunda mitad, el Espanyol acusó el cansancio y el Madrid, el orgullo. Cristiano marcó el primero y sus compañeros se dejaron convencer por él. Casi todos. Keylor regaló el empate al dejarse robar la cartera por Stuani, en una jugada que ahora tendría a Casillas colgado del palo más alto del Monte Calvario.
Marcelo, con un trallazo, y Cristiano, con dos goles más, cerraron un partido que sólo contará para la estadística personal del mejor goleador dela temporada. No es mala tabla para agarrarse si te encuentras en mitad del océano.

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