La atleta desarrolló cataratas a las 16 semanas de su nacimiento y le insertaron lentillas fijas en ambos ojos. Sin embargo, con 11 años su dolencia degeneró y en la actualidad sólo ve algunas luces y sombras.
No obstante, se enamoró la pértiga, que no se incluye entre las pruebas paralímpicas, y por fin, en Austin, consiguió subir el podio de una prueba oficial.
Salta con catorce zancadas y una señal acústica le señala el momento en que debe presentar la pértiga y clavarla en el cajetín.
Charlotte, que está esperando una beca para estudiar en la Universidad de Purdue, recibió su medalla de bronce acompañada de su perro guía, Vador, que le dedicó algunos lametazos en la cara.
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