Alcohol y malas decisiones empresariales. Esa es la combinación
explosiva que ha dado al traste con las fortunas acumuladas por varios
jugadores de la NBA. De Allen Iverson a Antoine Walker,
cada cierto tiempo sale a la luz la caída en desgracia de exjugadores
de la Liga estadounidense y ahora es el turno de Vin Baker. El cuatro veces All Star llegó a acumular casi 100 millones de dólares (97 según las estimaciones de Basketball Reference) en sus 13 temporadas en al NBA. Desde 1993, cuando fue elegido por los Milwaukee Bucks
como número ocho del draft, hasta 2006, Baker estuvo en seis equipos y
cosechó múltiples distinciones. Una carrera que empezó a torcerse de
forma definitiva a principios del siglo XXI.
En esa época, Baker había pasado de los Bucks a los SuperSonics y del
equipo de Seattle a los Boston Celtics donde el alcohol le hizo vivir "una doble vida" como aseguró al New York Daily News en 2013. El TD Garden contemplaba sólo una parte de la vida de este jugador especial, capaz de sumar 21 dobles-dobles en los primeros 35 partidos la temporada 2003-2004, pero cuyos enfrentamientos con su entrenador, Jim O'Brien, acabaron en tres suspensiones y en su adiós de Boston con destino Nueva York, primero, y Houston y Clippers, después. Sería en Los Ángeles donde acabaría su carrera y seguiría su infierno.
El alcohol era un frente y su nefasto olfato para los negocios el otro.
Dos enemigos para una débil víctima que fue poco a poco cayendo en una
espiral descedente. "Cuando usted hace elecciones y decisiones, piensa
que el dinero nunca va a terminar; pero te metes en diferentes gastos y
en la adicción y, luego, más gasto, es una fórmula definitiva para
perderlo todo", relata Baker que ahora encauza su vida en un Starbucks de North Kingstown (Rhode Island).
Su presencia, sus 211 centímetros, no pasan desapercibidos tras la
barrera del establecimiento, al igual que su transformación: "North
Kingstown me recuerda a mi ciudad natal, así que es cómodo. Me gusta
esta comunidad. Starbucks atrae a una gran cantidad de clientes y muchos
me conocen ahora", subraya este center, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sidney.
Las buenas relaciones con el Howard Shultz, el expropietario de Seattle SuperSonics, y CEO de la franquicia de cafeterías, le brindaron esta nuevo oportunidad. Pero no es lo único que le ayuda a silenciar a sus demonios. "Era un alcohólico (no ha vuelto a beber desde hace cuatro años)
y perdí mi fortuna. Tenía un gran talento y perdí. Tengo 43 años y
cuatro hijos. Tengo que recoger los pedazos. Soy padre. Soy ministro en
la iglesia de mi padre. Tengo que mirar mi historia y demostrar que puedo recuperarme.
Si utilizo mi notoriedad de la manera correcta, la mayoría de la gente
va a apreciar que estoy tratando de recuperar mi vida", comenta.
Baker no se queda ahí. Quiere seguir su crecimiento profesional y acercarse de nuevo al baloncesto. Ya este verano, durante la Summer League, aceptó la invitación de Jason Kidd para trabajar con los Milwaukee Bucks.
Allí aconsejó a los nuevos y veteranos sobre los desafíos a los que se
deben enfrentar cada día y siempre con su historia como ejemplo.
"Me gustaría que los chicos no dieran el dinero por sentado. Hoy
puede estar aquí y mañana desaparecer", señala un Baker que agradece
esta nueva oportunidad que le otorga la vida: "Para mí esto podría haber
terminado en la cárcel o muerto. Así es como suelen terminar estas
historias. Ahora tengo la energía de despertar cada mañana y no depender
del alcohol".
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