La Final Four viene a ser como la lotería: uno participa con la mayor
de las ilusiones y no gana casi nunca. Y, aunque la lógica diga lo
contrario, cuantos más boletos lleves, menos te sonríe la fortuna. ¿No
me creen? En siete de las últimas diez ediciones el equipo con mejor
balance cayó en semifinales. En esta cita de Madrid, ese honor tampoco
recompensado es para el CSKA (25 triunfos y 3 derrotas, por 22-5 del
Fenerbahçe, 22-6 del Real y 21-7 del Olympiacos). Los rusos son
favoritos por plantilla y resultados, pero no en las casas de apuestas,
donde encumbran al anfitrión, al Madrid (sigue el partido en directo en as.com).
Hay algo que no cambia con los años: siempre hay tres fracasados y un
triunfador. Por eso, la receta milagro, salvo que te llames Obradovic
(8 títulos en 13 presencias), se mantiene invariable: volver para
intentarlo de nuevo. Reiteración y tenacidad hasta el hartazgo.
Recuerden que hace cuatro años, cuando el Madrid fue vapuleado en el
Sant Jordi, algunos opinaban que para tal ridículo, mejor quedarse en
casa. Error de concepto. Desde 1988 nadie ha llegado tantas veces a la
Final Four como el Barça y el CSKA, 28 veces entre los dos y apenas dos
trofeos por barba. Los rusos solo han faltado a la cita una vez en los
últimos 13 años. Y aquí siguen, dale que te pego… El Olympiacos falló en
5 de sus 8 presencias, el Maccabi en 8 de 12… El Madrid ganó la Octava
en 1995, hace 20 años, volvió en 1996 para desaparecer durante tres
lustros. En 2011 asomó la cabeza de nuevo y se la partieron, y en 2013
se coló en la final. Como en 2014. Ha entendido el camino, la fe en la
perseverancia. Y lo intentará de nuevo, ahora en casa, en un Palacio
vestidito de blanco en más de la mitad de su aforo (12.300).
Alzan el telón el CSKA y el Olympiacos y a las 21:00,
Madrid-Fenerbahçe. Desde 2007 no había ni anfitrión ni debutante, y hoy
se cruzan ambos. Un Fenerbahçe con el segundo presupuesto más elevado
(unos 33 millones), un nuevo rico listo para campeonar. Exhibe bloque
multiusos, cuida el balón y es un trilero de los desajustes, con figuras
como Goudelock (la Mini Mamba, por Kobe) y dos amenazas intimidatorias:
Vesely, un atleta de 2,10, ferocidad por encima del aro y rebote de
ataque, y Bjelica, MVP del curso y más rebote, un base en cuerpo de
pívot. Arranca los ataques emboscado en las esquinas, tras la línea de
tres para abrir el campo, y los termina con tiro, penetración, jugada al
poste, pase, corte… Todo es posible, de ahí su peligro. Desafío extremo
para Reyes y Ayón, para Nocioni, quien le tuteló en Vitoria. Una
batalla que vale una final, un combate sobre un tablero de ajedrez en el
que el Madrid puede sangrar al enemigo en el cara a cara de los bases,
con los Sergios a otro nivel frente a Zisis. La Novena espera paciente.
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