¿Qué tal se siente como el dueño de una escuadra que aspira a conquistar el Giro?
—Muy bien, una mezcla de tranquilidad, orgullo y confianza.
Disponemos de la experiencia que hace falta para afrontar el reto de
llevar a Alberto hasta la primera plaza en el podio de Milán. Estoy
feliz de tener uno de los mejores equipos del mundo, por esa razón
invertí mi dinero.
—¿De qué manera calificaría su gestión?
—Por ahora, se trata más de la escuadra que diseñó Biarne Riis. Aún
no se aprecia mi mano. Nos encontramos en un año de transición. Para
2016 me gustaría que ganáramos de enero a octubre: clásicas, grandes
vueltas y cualquier prueba del World Tour. No sé si seguirá Saxo Bank,
me encantaría que se quedaran. Si no, buscaré otro patrocinador o
continuaré solo.
—¿Por qué despidió a Riis?
—Considero a Biarne parte del pasado, y prefiero no hablar del
pasado, sino mirar al futuro. Comprendo que me hagáis preguntas sobre
él. Fue un gran atleta y un gran director, pero no aportó los resultados
que corresponden a una estructura de nuestra categoría. Aunque la gente
quizá entienda el Tinkoff-Saxo como mi juguete, y no negaré lo que me
divierte, me gusta que funcione bien como cualquiera de mis negocios. Y
como cualquiera de mis negocios, lo mantendré lo que crea necesario.
—¿Le satisface el rendimiento de Peter Sagan?
—Me produce sentimientos mixtos. Por un lado, sé que firmé un
magnífico corredor, que me puede ofrecer innumerables alegrías en
clásicas y volatas. Por otro, no consiguió darnos esos éxitos. No le voy
a matar, pero no me importaría bajarle el sueldo por no lograr los
objetivos que nos marcamos para la primavera. Sumamos seis victorias,
Peter ha espabilado en el Tour de California y portamos la maglia rosa
con Alberto. La temporada sólo mejorará en adelante.
—¿Instruirá a sus hombres desde el coche en la tercera semana, cuando se resuelva la carrera?
—No. Ni soy el mánager, ni decido las estrategias. Dispongo de
excelentes técnicos que realizan las tácticas y se encargan de
transmitirlas a los chicos. Me encanta vivir el ciclismo de cerca,
seguir las jornadas y permanecer próximo a los míos para generar un buen
ambiente de grupo. Sin embargo, no tomaré la iniciativa ni gritaré
indicaciones, eso se lo dejo a mis trabajadores.
—¿Cómo ve a Contador?
—Fenomenal. Nada le frenará, ni el hombro ni sus rivales. Estamos
aquí para hacer historia con él en el Giro y en el Tour. Se le nota muy
bien, en plena forma. A partir de la contrarreloj de Treviso comenzarán
los días clave, con mucha alta montaña. Ya ha demostrado su fortaleza,
al resistir a sus adversarios, cuando se encontraba mermado por la
lesión. Entramos en terreno favorable para que él pueda ir al ataque.
—¿Sus expectativas para el Tour y la Vuelta?
—Pues los maillots amarillo, verde y a puntos, y etapas para
Contador, Sagan y Majka. En serio, ojalá consigamos el doblete, Alberto
se ha preparado muy duro para el desafío. Después, en la Vuelta, Rafal
podrá brillar y buscar sus propias oportunidades. Aunque deberíamos
centrarnos en el Giro, Italia es preciosa y la comida, estupenda.
—¿Se trata de su ronda favorita?
—Desde luego. Existe menos tensión que en el Tour, disfrutamos más de
los paisajes, del vino y la pasta, y me manejo bien en italiano. No hay
duda.
—No obstante, en esta edición no rueda tanto por culpa del menisco.
—Sí. En 2014 completé unos 300 kilómetros. En 2015 me he dedicado más
al vino. Esa dolencia procede de un accidente de esquí, poca cosa.
(Tinkov regresó a Moscú para solucionar sus problemas de rodilla con
“una cirugía menor” a principios de esta segunda semana. Se le espera el
domingo, para Madonna di Campiglio).
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