—Usted, David, no tuvo dudas incluso en el meollo de los días
turbulentos de junio. Se puso a disposición de España, le escogieron...
y aquí sigue. ¿Podría haber jugado incluso individuales, o ya era
mucho?
—Hombre, no: un individual ni me lo hubiera planteado. Yo habría
jugado en dobles con Dani Gimeno. Con la lista inicial de Gala León, con
Gimeno, conmigo, Adrían Menéndez e Iñigo Cervantes, ya estaba
convencido de que esto se podía ganar. Esta eliminatoria con Rusia es
asequible. De ellos no van varios de los mejores; con todos juntos y
hechos un equipo, este cruce se puede pasar.
—Pero nunca dudó: y eso que fue uno de los firmantes de la
carta que se presentó desde Wimbledon contra la Federación de Escañuela.
—Se había llegado a un punto en el tenis español como nadie se podía
plantear. Yo estaba de acuerdo con todo lo que se puso en la carta. Ahí
lo dejo. Pero los jugadores siempre hemos sido los últimos a los que se
nos preguntó nada. Estoy en Vladivóstok porque España o su Federación
así lo quiso desde un principio. Yo siempre estuve de acuerdo e
implicado al 101%. No hay más.
—Pista dura y cubierta, en pleno verano y en la humedad del Pacífico. ¿Qué tal?
—Ni es novedad... ni nos va a impresionar. Así es la Copa Davis. Los
rusos iban a poner las peores condiciones para nosotros, como harían con
cualquier visitante o como nos hizo Alemania en febrero de 2014.
—Ahora forma pareja en el circuito ATP con el uruguayo Pablo
Cuevas. ¿Volverá a ir a dúo con Fernando Verdasco, como cuando ganaron
el título de la Masters Cup en 2013?
—Me lo paso bien con Pablo Cuevas: pero no he perdido la idea de
seguir jugando con Fernando Verdasco. De hecho, él es el primero en
quien siempre pienso para formar pareja. Nadie puede olvidar todo lo
bueno que hemos hecho juntos. La idea es poder volver a ir con Verdasco
en cuanto se pueda, pero se irá adelante cuando él esté disponible.
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