Anthony Davis lideró el ranking de eficiencia de la NBA 2014-15 tras una temporada absolutamente monstruosa: 30,3. Por detrás, Westbrook (27,7) y Cousins (27,2). Stephen Curry, a la postre MVP, marcó 25,9 y LeBron James 25,3. El Rey nunca ha pasado de 32 en un medidor en el que nadie ha ido más allá de 35. Ni siquiera Wilt Chamberlain
en la temporada 1961-62, en la que promedió 50,4 puntos y 25,7 rebotes.
Algo así como el equivalente a la destrucción del universo. Según este
baremo, en la WNBA una jugadora está firmando la mejor temporada de la historia del baloncesto, con una eficiencia en lo que se lleva jugado de… 40,9. Una monstruosidad alienígena. Es Elena Delle Donne: 25 años, 1,96 y jugadora total de Chicago Sky.
Ahora mismo máxima anotadora de la liga femenina (24,3 puntos), segunda
en rebotes (9,9), tercera en tapones (2,3) y con unos formidables 57%
en tiros de campo y 95% en tiros libres (Nash tiene el récord NBA con
90,4%).
Estados Unidos, sin embargo, no está prestando demasiada atención. Delle Donne fue número 2 del draft de 2013, el mismo en el que fue 1 Brittney Griner, la gigante de Phoenix Mercury de la que Mark Cuban dijo que podría ser drafteada en la NBA.
Ambas están llamadas a redefinir las fronteras del baloncesto femenino
pero por ahora el público no ha respondido de forma masiva: ambas se
midieron en la última final (3-0 para Phoenix con Taurasi como MVP) con
una audiencia media de 659.000 telespectadores. El duelo Curry-LeBron de la final NBA
se fue a 11,3 millones. Eso sí, ese dato WNBA supuso un aumento del 91%
con respecto a la final de 2013… pero menos de las 938.000 personas
que, por ejemplo, vieron el sexto partido (el que coronó a los Warriors)
sólo en plataformas móviles. Por no hablar de los más de 26 millones de estadounidenses que vieron a su Selección femenina proclamarse campeona del mundo de fútbol tras un esfuerzo de planificación y promoción nunca antes visto por parte de Fox Sports. Otro tren al que trata de subirse, por ahora sin demasiada suerte, el baloncesto femenino.
Delle Donne en pista es uno de esos estruendos que acaba con muchos
de los prejuicios que siguen adheridos a la cultura popular con respecto
al deporte femenino. Una guard-forward con una descomunal
capacidad atlética que protege el aro, coge rebotes e inicia las
contras, defiende a jugadoras de casi cualquier tamaño y anota desde
casi cualquier posición. Llamada a ser una sensación nacional
desde sus años de instituto, vivió una huida y regreso al baloncesto
que ha marcado su carrera. En 2008 y como la promesa más perseguida
desde Candace Parker, se comprometió con la Universidad de Connecticut… que abandonó a los dos días de llegar para regresar a su Wilmington natal, en Delaware. La razón, su familia: su hermana Elizabeth, Lizzie,
nació ciega, sorda, autista y con parálisis cerebral. Elena desarrolló
una forma de comunicación con ella a través de gestos y símbolos mano
sobre mano. Sin ese contacto físico no tenía, literalmente, forma de
estar cerca de ella. Y abandonó, enfadada con un baloncesto que le había
hecho tener que tomar la decisión de irse primero y de regresar de
forma abrupta, después.
De vuelta en Dellaware empezó a jugar a voleibol y ni siquiera
hablaba de baloncesto. Hasta que un día, de repente, le preguntó a una
amiga suya que jugaba en la universidad local, Meghan McLean, si quería
ir a lanzar unos tiros con ella. Había empezado su camino de vuelta ya en, eso sí, su casa: Universidad de Delaware,
donde promedió en sus cuatro años más de 26 puntos y casi 9 rebotes. De
ahí a la WNBA, a las batallas contra Griner desde la noche del draft… y
a la que por ahora está siendo una de las grandes temporadas de toda la
historia del baloncesto.
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