MONTCLAIR,
Nueva Jersey, EE.UU. Un guante de oro estaba colocado en el altar.
Pero en un día pletórico de historias sobre una vida dedicada al
béisbol, Yogi Berra fue recordado también por otros motivos.
Por
ejemplo, se le elogió como un hombre que prestó un valiente servicio a
su país en las playas de Normandía en aquel día de 1944 en que las
fuerzas aliadas desembarcaron. Hubo también remembranzas sobre un hombre
que se esmeró por hacer feliz a su familia, y sobre una persona que
provocaba carcajadas con sus palabras a dondequiera que iba.
El
admirado ex cátcher de los Yanquis, tres veces nombrado el Jugador Más
Valioso de la Liga Americana, era miembro del Salón de la Fama y
conquistó 10 veces la Serie Mundial con Nueva York. Su funeral atrajo lo
mismo a familiares que a miembros de la realeza del deporte,
provenientes de muchos lugares distintos.
Todos concurrieron en una iglesia que lució tan repleta como el graderío de los parques durante la época en que jugó Berra.
“Era
siempre muy bueno, honesto, humano y auténtico”, destacó el ex manager
de los Yanquis, Joe Torre, en su panegírico. “No tenías que ser un
fanático del béisbol para saber quién era Yogi”.
De acuerdo con Torre, Berra “personificó el sueño estadounidense”.
Berra
falleció hace una semana, a los 90 años. Sus restos fueron incinerados y
colocados en una urna cercana al altar, donde estaba también una
bandera de Estados Unidos.
Entre los asistentes a la ceremonia
figuraron varios ex Yanquis, como Derek Jeter, el panameño Mariano
Rivera, y los boricuas Bernie Williams y Jorge Posada. También acudió el
presidente del club Randy Levine.
Fue posible ver a Rachel Robinson, viuda de otra leyenda del béisbol, Jackie Robinson.
Torre,
actual jefe de operaciones deportivas de las Grandes Ligas, consideró
que Berra fue como un “encanto afortunado” para el club. El día de 1999
en que Berra regresó al Yankee Stadium tras distanciarse durante 14 años
del fallecido dueño George Steinbrenner, David Cone lanzó un juego
perfecto.
El actual manager de los Yanquis, Joe Girardi, era el
receptor en ese duelo, y usó un guante que empleaba Berra, para atrapar
el primer lanzamiento ceremonial, que corrió a cargo de Don Larsen, nada
menos que el único pitcher que ha logrado un juego perfecto en la Serie
Mundial. Berra fue el compañero de batería de Larsen durante aquella
proeza registrada en 1956.
No fue el único episodio en que la
presencia de Berra trajo buena suerte al club. Torre habló de una serie
de postemporada en Oakland, llevada a cabo en 2001. Los Yanquis habían
perdido los primeros dos juegos.
“En la maleta con la que viajé a
Oakland puse una gorra. Yo hablé con mi equipo antes del tercer juego, y
usé esa gorra que decía ‘esto no se acaba hasta que se acaba’’’, dijo.
“Recuerdo la conversación con el equipo. Hablamos de que sólo había que
ganar un juego. Y luego Jeter hizo aquella jugada”.
En esa
acción, Jeter recibió sin guante un tiro desde el rincón del jardín
derecho. Pegado a la línea de la inicial, el campocorto envió la pelota a
Posada casi sin ver y sin apoyarse para retirar en home a Jeremy
Giambi.
La serie cambió en ese momento. Los Yanquis ganaron el
gallardete pero cayeron ante los Diamondbacks de Arizona en la Serie
Mundial. MLB
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