El 22 de diciembre de 1944, en plena ofensiva de Las
Ardenas, las tropas acorazadas alemanas tenían cañoneada y cercada la
ciudad belga de Bastogne. El general alemán Von Luttwitz, al mando del
47 Cuerpo Panzer, mandó emisarios con poderes para lanzar un ultimátum
de rendición al general Anthony McAuliffe, comandante en jefe de
Bastogne y de la 101 División Aerotransportada estadounidense. "Estáis
chiflados ("nuts") fue la memorable respuesta de McAuliffe a los
emisarios de Lüttwitz. Pocos días después, Bastogne fue liberada por los
refuerzos de Patton y el ridículo de Lüttwitz puso hecho una furia al
gran jefe directo del ataque alemán a la ciudad: el Barón Manteuffel.
En los últimos días de mayo de 2015, París no es como los
húmedos bosques de Las Ardenas -más o menos cercanos-, aunque algo se le
parece. Un drástico cambio meteorológico ("el clima sigue avisando
estéis donde estéis en el planeta", claman augures en Twitter) hizo
sacar los abrigos. Los que a primera hora de la mañana recorrían la
Ciudad de la Luz en alegre ropa veraniega tuvieron que sacar trincheras y
chubasqueros para instalarse en la Pista Philippe Chatrier, la Central
de Roland Garros: con no más de 16 grados a las 13:00 horas. Ahí, estos
grises días parisinos, el campeón, Rafael Nadal Parera, puede parecer
tan acosado como lo estaban McAuliffe, la 101 Aerotransportada y
Bastogne, aquellos días del contragolpe de Las Ardenas.
Pero de momento, la artillería de Nadal, el defensor del
título en el Bosque de Bolonia, sigue enviando un mensaje tan inequívoco
como el de McAuliffe a Lüttwitz y Manteuffel, aquellos días de furia en
1944. Todavía no ha salido de los labios de Nadal la expresión
'chiflados'. Pero en toda su gestualidad, entrenamientos, y hasta en el
sonido ronco con que ruge su bola, Nadal, nueve veces campeón, va
enviando un mensaje a las tropas invasoras: "Soy duro de derrotar,
chicos" exactamente la respuesta escrita que McAuliffe envió a Lüttwitz,
cuyos emisarios no entendían aquello de 'Nuts'.
Y, con derechas paralelas, reveses angulados y una movilidad
como la de sus mejores días, Rafa Nadal derrotó a Nicolás Almagro (hoy,
número 154 del mundo) tras dos horas y 19 minutos de combate. Fue sin
que Rafa cediera un solo set al murciano... como en sus tres duelos
anteriores en Roland Garros: 6-4, 6-3, 6-1. Con generosidad agresora
(servicios hasta 211 km/h) pero no demasiado cerebralmente, al igual que
los atropellados carros de Von Lüttwitz, Almagro intentó llegar por
todos los medios al corazón de Bastogne/Nadal: pero Nadal/Bastogne
eliminó cada intentona de Almagro con lo que podría definirse como
"fuego de supresión": volumen constante de fuego con bolas como balas
trazadoras contra probables objetivos durante el avance. Martillazos
planos, liftados, barriendo toda la línea del frente de Almagro...
Pese a sus 33 golpes ganadores , Almagro quedó reducido a
fustigarse con expresiones como "lamentable" y algunas otras más
transgresoras aún. La soberbia resistencia de Nadal (31 tiros ganadores,
solo 16 errores no forzados, cuatro en el segundo set) intervino
decisivamente en un buen puñado de los 38 errores no forzados de
Almagro, que concedió 16 ocasiones de 'break' bajo su servicio... de las
que Nadal aprovechó seis. Rafa solo toleró una rotura en contra (1/7)
ganó el 73% de puntos con primeros saques y 43% con segundos. Para
Almagro, 55% y 47% en esos dos departamentos. Nadal sirvió cinco saques
directos con punta a 201 km/h. Curiosamente, Rafa recorrió durante el
partido 315 metros más que Almagro: 2437-2122. En dieciseisavos (tercera
ronda), Nadal chocará con el ruso Kuznetsov, que ganó a Melzer por 6-1, 5-7, 7-6 y 7-5.
"He jugado un muy buen partido, muy sólido, y estoy muy
contento: Nicolás Almagro siempre es un jugador difícil para mí. Los
golpes han sido agresivos y la movilidad, mucho mejor. Siempre que estoy
en Roland Garros, la pista más importante en mi carrera, doy lo mejor
de mí", dijo Rafael Nadal a Fabrice Santoro, que había descrito el
partido del campeón como 'prácticamente perfecto'. Y cuando dijo esas
cosas, en inglés y francés, Nadal tenía un aire a aquel general
McAuliffe, el defensor de Bastogne: se le veía muy duro de derrotar.
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