OAKLAND -- Son muchas las claves que pueden decantar las Finales de la NBA del lado de Golden State Warriors o de Cleveland Cavaliers, pero si hay dos elementos diferenciadores esos son Stephen Curry y LeBron James.
Lo dice la lógica, las estadísticas, las conversaciones de barra de bar
y hasta los argumentos de los analistas del básquetbol. Apenas hay
dudas de la valía de los dos portentos. El uno está considerado como el
que más poderío tiene del mundo por fortaleza, envergadura y calidad; el
otro fue el Jugador Más Valioso de la temporada regular tras dejar
auténticas odas al baloncesto con un repertorio de creatividad y
efectividad ilimitado.
Dos jugadores estelares y dos iconos del básket, dos de los
deportistas más mediáticos que existen. Su impacto es enorme, dentro y
fuera de la cancha, sin embargo sus tiempos han sido distintos. Les
separan tres años de edad y seis de experiencia en la élite - además de
los títulos colectivos e individuales - y se podría decir que James ha
marcado el paso no sólo antes que Curry, sino que lo ha hecho de una
manera más notoria. No fue sólo una cuestión de tiempo el que el alero
de los ‘Cavs’ se convirtiera en una referencia social, en un fenómeno de
marketing y redes sociales de lo más potente. Fue una cuestión de
carácter.
“Nunca entra en una sala sin que se note que está ahí”, reconoció
Curry este miércoles. “Es un tipo normal y no creo que lo lleve de
manera diferente a cualquier otro jugador de la NBA. Simplemente es por
la confianza que tiene y las expectativas que crea para jugar bien cada
noche”, confesó.
Este aspecto se puede observar en los partidos y en su día a día.
Quizás el resto de los mortales lo vean en el tipo de comerciales
televisivos que ha protagonizado, en esas ruedas de prensa en las que
aparece con sus hijos o en las entrevistas que concede. LeBron tiene más
presencia que Curry porque su personalidad es más llamativa que la del
armador de los Warriors. Una circunstancia que no es ni mejor ni peor la
otra, no significa que el uno aúne más cariño que el otro, ni mucho
menos. Son dos caracteres distintos: LeBron, más directo; Curry más
retraído.
No obstante, el aprendizaje es una de las virtudes de la gente
inteligente, y el base de la franquicia californiana ha sabido darle una
vuelta de tuerca a su imagen. No es que lo aprendiera de LeBron, sino
de otros compañeros, de la NBA y del deporte profesional. Cuando su
juego fue mejorando y su impacto en el equipo comenzó a ser mayor, Curry
se tuvo que acostumbrar a la vida de personaje público que tan poco va
con su personalidad callada y desapercibida. Los Warriors comenzaron a
hacerse fuertes y él adoptó sin temor alguno el rol de buque insignia.
Las victorias comenzaron a llegar en la temporada 2012-13 y su presencia
fue acaparando más atención. Llegaron los comerciales en televisión,
las ruedas de prensa más atrevidas y el miedo desapareció hasta el punto
de salir junto a su hija en las últimas conferencias de esta
postemporada, al más puro estilo Chris Paul
o el propio James. Algo ha cambiado en Curry, él es consciente de ello y
lo lleva de la mejor manera posible. El colofón lo está viviendo en
estas Finales de lo más mediáticas pero él sigue a lo suyo.
“Obviamente siempre te preparas durante las series cuando se trata de
contestar preguntas sobre tu preparación, tus planes de juego y esas
cosas. Puede que ahora haya más medios y una rutina distinta, pero una
vez me vaya de la práctica será el mismo tipo de vibra. Haces lo que
puedas para mantener tu cabeza aislada. Me cortaré el pelo. Me bañaré en
la piscina de mi casa, tomar el sol un poco y descansar bien por la
noche para estar listo para mañana”, reconoció en la víspera al Juego 1
de las Finales.
El chico tímido ya no pasa desapercibido y hace que su forma de vida
sea lo más normal posible dentro de las circunstancias. ¿Cuándo comenzó a
darse cuenta de que era una persona pública? ¿En qué momento se produjo
la transición entre el ciudadano de a pie y el ídolo?
“No tengo ni idea. Ha sido algo continuo, cuánto más sales, más te
reconocen. No sé si hubo un momento en el que hizo ‘click’ pero yo
intento hacer el mayor número de cosas normales. Hay algunas cosas que
hacemos diferentes para proteger nuestra privacidad y tratar de
disfrutar. Esto es lo que pasa y lo tratas de llevar lo mejor que
puedes. Tan solo intento de llevar mi vida lo más normal que puedo”,
agregó.
Siempre reservado, aprendió a lidiar con la fama y sus consecuencias.
Quizás le costó más trabajo que ha un James que nació con el don de la
palabra y las bromas a flor de piel, como demostró ante la legión de
periodistas que se agolparon alrededor de la cancha del Oracle Arena
este miércoles. No paró de reír, de bromear y de alardear de Finales de
la NBA disputadas. Curry simplemente fue uno más, un jugador que se
dedicó a hacer su trabajo con medias sonrisas tímidas. Más reflexivo que
hablador, recordando quizás aquella conversación que tuvo con James
tras un partido de su año de novato en la que recibió uno de los
consejos más valiosos de su carrera.
“Me apartó antes de que me fuera de la pista. Entendió en la
situación en la que me encontraba. Yo era novato y no éramos un buen
equipo en aquel entonces. Yo intentaba mi camino como jugador y él me
dijo que lo único que podía controlar era mi preparación en cada
partido, que debía en entrar la manera de ser mejor y tener una visión a
largo plazo, sin que importara lo que sucediera a mi alrededor. Sólo
podía controlar mi esfuerzo, mi profesionalismo y lo que pudiera hacer
cada día para estar listo. Que llegaría el tiempo en el que todo iba a
funcionar porque estaría listo para ese momento”.
Ese momento ha llegado.
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