Los Blackhawks ya son dinastía. El equipo de Chicago venció a los
Tampa Bay Lightning 2-0 en el sexto partido de unas series finales muy
disputadas. La sexta Stanley Cup de su historia, y la tercera en las
últimas seis temporadas, que lo convierten en el cuarto equipo más
laureado de la NHL por detrás de Canadiens (23 títulos), Maple Leafs
(13) y Red Wings (11). Pero este título no fue uno más.
El triunfo de anoche marca la primera vez que Chicago logra celebrar
el título en suelo propio desde 1938. Desde entonces, habían ganado tres
Stanley Cups (1961, 2010 y 2013), pero todos como visitante.
Anoche, el United Center abarrotado se puso en pie para ver a sus
héroes levantar la ansiada copa, después de haber pagado cifras de
locura por las entradas (la más cara 10.000 dólares, unos 9.000 euros;
la más barata comprada a última hora, 800). “Se puede comparar a la
Super Bowl o al Pacquiao-Mayweather”, afirmó Cameron Papp, portavoz del
portal de entradas Stubhub.
Todo ante un rival, Tampa Bay, que no se rindió nunca en la que fue
una de las series finales más apretadas de los últimos tiempos: cinco de
los seis partidos fueron decididos por un solo gol. Corey Crawford,
portero de Chicago, y Duncan Keith, defensa, estuvieron particularmente
enormes en un equipo con historias humanas como la del finlandés Kimmo
Timonen, diagnosticado de coágulos de sangre en piernas y pulmones,
logró aplazar su retirada y ganar su primer título a los 40 años.
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