
Si los veranos están para calentar esperanzas, el Madrid comienza a aprovechar bien este. Salvo en el caso de Bale,
que tampoco tiene un despegue vertical como mediapunta y sigue buscando
su sitio en el mundo, todo parece más ajustado que el curso pasado
sumando los que estaban y los pocos que han llegado. El plan era defender mejor y de manera más solidaria y por ahí se cumple la hoja de ruta. También han mejorado la aceleración, la aerodinámica del contragolpe y Jesé, definitivamente de vuelta, y ofrecen entusiasmo y buen tono los canteranos. Hasta James,
recién llegado, iluminó la fiesta un lanzamiento de falta espectacular
que cerró la cuenta. Un gol incluso por encima del partido de su equipo,
que resultó insuperable para un Inter que sigue, desde la marcha de
Mourinho, triste y azul. Handanovic maquilló su debacle.
La tercera entrega de Rafa Benítez en el Madrid, después de un cambio
de continente, de climatología y hasta de guardia con la incorporación
de Florentino Pérez, reavivó la imagen de un Madrid al galope. Vuelen los galgos, el alboroto y el vértigo, más ante un equipo como el Inter que buscó la iniciativa y que lo que encontró fue una explanada deshabitada a sus espaldas en la que gozaron los velocistas del Madrid. A Handanovic le faltaron brazos para cerrar esa brecha.
Benítez, por convencimiento o por no contrariar, insistió en Bale
como enganche. El traje que más le gusta al galés no parece el que mejor
le sienta. Ahí manda la cabeza y lo que a él le sobran son piernas. Y
eso acaba por ser pernicioso para Isco, que empezó en la derecha y buscó cualquier excusa para salir de ahí. La principal, Danilo, un lateral que coloniza toda la banda y que no admite intrusos. Subió permanentemente aunque sin poner ninguna pelota aprovechable.
Cristiano fue un ventarrón por momentos. El partido
se jugaba a la velocidad del sonido y ahí es pez en el agua. En cinco
minutos obligó a Handanovic a esmerarse dos veces y cruzó un disparo fuera.
Dejó tan buenas sensaciones como en el chapuzón ante el City aunque no
diera con el blanco. Y Jesé repitió como nueve, aunque esa rotación en
ataque como maniobra de distracción le llevase a las bandas con
frecuencia. La paliza que se ha metido este verano ha merecido la pena.
Ha regresado veloz, revitalizado y con ganas de pelea. Hizo un gol maravilloso en tres actos: control, recorte y remate. Todo en un segundo y dos metros de área, en el corazón del bosque interista.
También jugó Casemiro, un mediocentro menos danzarín que Modric pero de pierna fuerte y seriedad táctica. Cumplió con su misión y le permitió a Kroos
alargarse en ataque. El alemán dejó varios pases profundos que
desarmaron a la zaga del Inter. Los italianos, en realidad, dejaron muy
poco, más allá de la pericia de Kondogbia como cortafuegos, algún brote de genialidad de Kovacic y varios intentos fallidos de asalto de Icardi. Hernanes, su torre de control, anduvo desaparecido. Las bandas quedaron desiertas y Handanovic se vio a la intemperie.
Tras el descanso el Madrid se quitó años. Debutó Casilla y compuso un ataque canterano con Lucas Vázquez, Jesé y Cheryschev a la ordenes de Isco,
ahora en la suerte natural del mediapunta. El cambio de piel no trajo
un cambio de rumbo. El Madrid siguió siendo eléctrico, creativo y
peligroso. Cheryschev pidió quedarse con sus arrancadas imparables en la
izquierda. Dos las culminó con remates sin puntería. Y Lucas Vázquez le regaló un gol a Varane, que se había quedado de nueve esperando, como sucedió, que el Inter se aturullase en la salida de un despeje de córner.
El Inter no le dio oportunidad para la gloria a Casilla, James tuvo un cuarto de hora de actividad después de un solo entrenamiento y lo aprovechó apuntándose un golazo de falta. Y el joven Lazo disfrutó de la oportunidad de debutar en el humedal cantonés, donde el Madrid continuó progresando adecuadamente.
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