Los Lakers (2.600 millones de dólares) y los Knicks (2.500) son las
dos franquicias más valiosas de la NBA, pero también dos marcas que han
perdido brillo, deportivamente hablando. Ni la llegada de Phil Jackson
salvó a un equipo que, por primera vez en su historia, alcanzó las 60
derrotas, mientras que en Los Ángeles planea la sombra de Kobe Bryant.
La realidad es que ambos equipos tienen mucho dinero para gastar, pero
los grandes nombres prefieren mercados más pequeños, pero exitosos. Marc
Gasol estaba en la agenda de ambos pero en principio se queda en
Memphis, mientras que Greg Monroe se marchó a Milwaukee, DeAndre Jordan
a Dallas y LaMarcus Aldridge a San Antonio.
Los Lakers viven anclados en el pasado y utilizan los flashes de
Hollywood para intentar captar refuerzos. No ha funcionado mucho: sólo
Lou Williams (tres temporadas y 21 millones) y Roy Hibbert (traspasado)
han llegado. Aldridge se reunió con ellos (Phil Jackson anuló su cita
porque sabía que al jugador La Gran Manzana no le interesaba) y la
franquicia de oro y púrpura se dedicó a ensalzar la ciudad de Los
Ángeles. Nada de hablar sobre el proyecto deportivo; algo que sí
hicieron en un segundo encuentro sin convencerlo. Los Lakers se están
acostumbrando a ser rechazados. En 2013 Dwight Howard huyó de aquel
equipo de Los Cuatro Fantásticos —con Kobe, Nash y Gasol— y al año
siguiente fue Pau el que dijo “no” a la oferta angelina. Kobe intentó
convencer a su amigo Carmelo el pasado verano para que firmara con los
Lakers, pero ambos decidieron que no era lo mejor. LeBron tampoco lo vio
claro y se fue a Cleveland.
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