Una de las conclusiones que se sacan en claro del calendario de la
NBA para la temporada que viene es que la liga confirma su interés en
poner el foco de atención en el que a partir de ahora es su nuevo niño
bonito: Anthony Davis. Los televisores de todo Estados Unidos serán
testigos de su desparpajo en 13 durante la campaña regular.
Considerando que Cleveland Cavaliers y Golden State Warriors lo harán
en 24 ocasiones cada uno (máximo permitido), que los Knicks de Nueva
York han visto reducidas sus apariciones nacionales de 16 el año pasado a
siete ésta, que Portland Trail Blazers contarán con nueve, Atlanta
Hawks con siete y Brooklyn Nets (una), el balance de los Pelicans es más
que alentador y están casi a la altura de otras formaciones como
Oklahoma City Thunder (20), San Antonio Spurs (18), Houston Rockets (18)
entre otros.
Han tenido que pasar tres temporadas de ascensión en su juego, tres
años en los que él solo no pudo tirar del carro para que Nueva Orleans
Pelicans enderezara el rumbo hacia los playoffs, algo que sí sucedió
durante la campaña pasada. Davis puede ‘presumir’ de cuatro juegos de
postemporada y una eliminación en primera ronda ante los vigentes
campeones, Golden State Warriors, una renta insuficiente pero lógica
para un número 1 del draft (2012) sin escuderos de entidad. Pero la liga
se ha enfocado en lo que debía: en su porvenir, en su gancho para
atraer buenos compañeros y nuevo coach, en una campaña en la que está
llamado a seguir creciendo individual y colectivamente.
No ha sido una temporada demasiado activa en el apartado de los
fichajes para el conjunto que dirigirá Alvin Gentry. Volvieron a firmar a
Omer Asik, Dante Cunningham y Luke Babbitt; también apostaron por traer
a Alexis Ajunca, Kendrick Perkins y Alonso Gee. El que Eric Gordon
aplicara su opción de jugar un año más era algo que sabían hasta en la
Península de Kamchatka. Poca salsa para tanta tortilla, poco pescado
para un pelícano con ganas de volar más alto que en años anteriores.
Nada importan las cuestionables nuevas caras si las que mejor
sensaciones han dado vuelven a estar en el ajo. El éxito de la
franquicia de Luisiana ha sido la de re-cautivar a su buque insignia, al
motor que les mantendrá con vida y el jugador por el que más apuesta la
NBA. La renovación de Davis por cinco años y 145 millones de dólares
(el máximo) ha conseguido que durante las vacaciones esté brillando el
sol en Nueva Orleans.
Mientras tanto él sigue a lo suyo en Las Vegas, donde está formando
parte del campamento del Team USA que está sentando las bases de los
próximos Juegos Olímpicos. Desde la ciudad del vicio, Davis sueña con un
año que desea esté hecho a su medida. La llegada de Gentry le traslada
con esperanza a aquella época en la que su nuevo coach llevó a Phoenix
Suns a uno de sus mejores momentos de ritmo ofensivo. La esperanza de
los Pelicans ya visualiza todo lo que se puede hacer con semejante
coach, y los tándems que él mismo imagina.
“Es increíble lo que hizo con los Suns. Le veía todo el tiempo. Vi lo
que hizo con Amar´e Stoudemire y Steve Nash, y la efectividad que
tenían. Lo primero en lo que pienso es en mí y Jrue (Holiday), yo y
Tyreke Evan, yo y Eric (Gordon), yo y Norris (Cole)”, afirmó a los
medios en Las Vegas.
Parece que la liga también está previendo buenas cosas de los Pelicans y Davis.
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