Obligado a ganar todas las carreras. Ésa es la tesitura en la que se encuentra
Marc Márquez si quiere reeditar su título de MotoGP. El ilerdense está a 56 puntos del líder Valentino Rossi y a 47 de Jorge Lorenzo
con ocho grandes premios por delante. Y viendo la superioridad de esta
terna y aún contando con la irrupción de Dani Pedrosa en las plazas de
algún podio las opciones del vigente bicampeón se reducen a ganar y esperar algún error de la dupla de Yamaha.
La primera final para Márquez es el GP de la República Checa, en Brno, un trazado que no agrada en exceso al piloto del Repsol Honda y donde ha cosechado una amalgama de resultados variopintos. En siete participaciones (tres en 125cc, dos en Moto2 y otras tantas en la categoría reina), suma dos victorias, un segundo lugar, un cuarto, un séptimo, un octavo y un abandono.
Una irregularidad que demuestra que es una pista que se le atraganta a Márquez, como él mismo reconoce: “No es una de mis pistas favoritas y he tenido resultados de todo tipo
en el pasado”. Como ejemplo para corroborarlo, baste decir que el
pasado año llegaba a Brno con una inmaculada racha de diez victorias
consecutivas, todas las carreras disputadas hasta entonces en el
certamen de 2014, y allí se despidió de seguir aumentándola tras acabar cuarto pese a salir desde la pole.
Eso sí, la temporada anterior, en su debut en MotoGP, venció. Y un último dato que reforzará su moral: Lorenzo no gana en Brno desde 2010 y Rossi desde 2009.
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