lunes, 21 de septiembre de 2015

Los Leones del Escogido afilan sus garras para dar la pelea.
SANTO DOMINGO. El Escogido abre sus entrenamientos mañana en la academia de los Diamondbacks en Baseball City (Boca Chica), el Licey se estrena el miércoles en el complejo de los Mets y las Estrellas a escasos metros de allí ese día en la factoría de los Cachorros en el mismo municipio. Gigantes, Águilas y Toros lo harán entre el jueves y el lunes.

Pero para que los cientos de jugadores, entre veteranos fuera del radar del Big Show y promesas cotizadas como metales preciosos, se sientan en un ambiente profesional como el que conocen en el Norte y puedan aprovechar el mínimo minuto en su preparación para la venidera campaña los equipos necesitan de una logística que opere con disciplina oriental y precisión de relojes suizos.
Desde la identificación del autobús que moverá a los jugadores hasta el calendario diario de trabajo pasando por el material gastable y la hidratación lanzar al terreno un equipo de pelota conlleva una exigente planificación y ejecución.
A las 7:00 de la mañana, el autobús de los rojos en el Quisqueya se carga con 10 botellones de agua, 72 refrescos de 10 onzas, 45 botellitas de agua, tres paquetes de hidratantes líquidos y dos en polvo, además de 40 fundas de hielo.
Ya a Boca Chica fueron enviadas 100 pelotas para las prácticas de jugadores de posición (se van reponiendo en el transcurso), 48 para los lanzadores, cuatro equipos de receptores, 15 bates y 100 juegos de uniformes. Allí lo espera un personal que ya tiene preparado el escenario.
Cada pelotero lleva su guante, zapatillas y guantillas, pero en caso de que lo necesite hay la disponibilidad.
Para Fernando Ravelo, alto ejecutivo del Licey por 15 años en los que el equipo ha alcanzado cinco coronas nacionales y dos del Caribe, los títulos se comienzan a ganar desde las prácticas. De ahí que hace dos meses los azules comenzaron a armar el “muñeco” en una operación que involucra a casi 30 personas y que incluye desde contadores y conserjes hasta seguridad.
El departamento de operaciones de béisbol traza su cronograma de trabajo y el de logística tiene que asegurarse de que no falte nada. Los jugadores deben estar en el estadio Quisqueya a las 8:30 de la mañana, de ahí parten en un autobús hacia la base de entrenamientos.
“Cuando el jugador llega a Boca Chica tiene que encontrar un clubhouse (camerino) limpio, con sus uniformes, utilería, el personal médico que lo puede atender; una vez sale al terreno el plan de trabajo a realizar ese día está colocado en pizarras u hojas con las informaciones sobre lo que se hará, ahí puede saber a qué hora se hará cada cosa, cuándo calentará, cuándo practicará y cuándo trabajará”, dice Ravelo.
La dieta del día no puede faltar, es por lo que por lo general primero preguntan los jugadores. Por más millones que un pelotero haya ganado el equipo no se puede equivocar en omitir ese pago.
Es un trabajo conjunto entre el departamento de operaciones de béisbol, que diseña el plan de trabajo dirigido por el gerente y su cuerpo técnico y no debe tener contratiempos menores que lo altere.
“El pelotero exige que se le respete y nosotros nos aseguramos de cumplirle. Si ayer hizo bullpen y hoy encuentra que tiene que hacerlo se da cuenta de que no hay planificación. Detalles como estos pueden provocarle disgustos y creer que no se trabaja con profesionalidad”, dice Ravelo.
Y es que hay que evitar que un pequeño detalle sirva de excusa para despertar egos y crear crisis que pueden terminar arruinando la autoridad de los técnicos y desestabilizando el clubhouse. DLRD.

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