lunes, 21 de septiembre de 2015

 Tanto Eagles como Cowboys pierden el partido por paliza
En la primera semana de la NFL hubo muchas decepciones, pero entre ellas destacó la de los Eagles. Y no porque perdieran, que un accidente lo puede tener cualquiera, sino porque en muy pocos momentos vimos el juego fresco, atrevido, revolucionario, con el que Chip Kelly quiere reinventar el football profesional.
Pero lo último que podíamos imaginar era que en la segunda semana, ante su público y contra unos Cowboys sin backfield ni Dez Briant, iban a llegar al descanso con su casillero a cero tras sumar 24 yardas de pase y 3 negativas de carrera en toda la primera mitad (Sí, -3, pero no es lo peor, que al final del encuentro solo tenían +7). El público de Filadelfia, que tiene de todo menos paciencia, abucheaba a sus jugadores a carrillos hinchados mientras toda la NFL se frotaba los ojos.

Se supone que el juego de Kelly es eléctrico, arrollador, y busca desarbolar a sus rivales antes del descanso, para seguir arrollándolos tras la reanudación o tumbarse a la bartola. Que en el fondo debería dar casi lo mismo a esas alturas. Sin embargo, la sensación es que en estos Eagles hay un puzzle sin montar y, lo que es peor, no está claro que todas las piezas perdidas sobre la mesa pertenezcan al cuadro. De hecho, parece que algunas no van a encajar por mucho que lo intenten.
Lo de los Cowboys no era mucho mejor. Sus rivales no habían tenido más que cinco series en todo el primer tiempo. Eso sí, meteóricas, aunque no en el sentido que querría Kelly. Pero los de Dallas solo fueron capaces de anotar seis puntos, dos míseros fieldgoals, después de tener la posesión del balón durante casi 24 minutos. Romo movía el balón con soltura, pero cuando se acercaba a la red zone se encontraba con que Escobar se arrojaba sin necesidad hacia la end zone para clavar una rodilla antes de entrar, o con que le falta potencia en el backfield para ganar una sola yarda o, simplemente, que echa de menos a Bryant como desatascador.
La segunda mitad empezó como acabó la primera. La afición de Filadelfia abucheando a los suyos después de otro drive inexistente, y el punter viendo como su patada era bloqueada y devuelta para touchdown por Wilber. 0-13 y Kelly temiéndose que le volvían a imponer a Roseman, el general manager que él movió de la silla para volverse emperador plenipotenciario del equipo, para que ponga orden en su desaguisado.
La cuestión es que en este partido los disgustos se repartieron por barrios. Poco después Romo sufría un golpe y se rompía la clavícula izquierda. No parece que se vaya a perder el resto de la temporada, pero como poco verá desde la banda un buen puñado de partidos.
Así que tenemos unos Eagles que no saben a lo que juegan y unos Cowboys que no tienen hombres sanos para hacer el juego que quieren. Un drama para dos conjuntos que estaban a principio de temporada en todas las quinielas para luchar por la Super Bowl, y a estas alturas tienen más preguntas que respuestas, y el triste consuelo de que sus rivales divisionales están incluso peor que ellos.
Para sustituir a Romo salió Weeden. Y lo hizo realmente bien. No vimos al insensato que nos ponía los pelos de punta en su etapa con los Browns. Pese a tener tan poca ayuda de su backfield, que terminó el choque con unas discretas 111 yardas totales de carrera, mantuvo la compostura y no cometió grandes errores, algo que no se podía decir del resto de su equipo, que desde la lesión de Romo jugó descentrado y sumando despistes, ni de los Eagles, que durante la segunda mitad perpetraron el mismo espectáculo lamentable de la primera parte, plagándolo de despropósitos y fallos de concentración.
Terrance Williams dejó el partido sentenciado para los Cowboys a falta de cuatro minutos y Jordan Matthews maquilló el marcador de los Eagles con un touchdown de última hora, pero eso queda dentro del terreno de la anécdota.
Al final, los Cowboys ganaron 20-10, pero perdieron a Romo y casi todas sus posibilidades de luchar por el anillo. Y los Eagles se fueron abochornados, y todo apunta a que Chip Kelly pasará muchas horas esta semana en los diferentes despachos de la franquicia, intentando explicar que lo sucedido solo fue un accidente, y que forma parte de su plan maestro. Que sus Eagles están exactamente donde él quería.
Porque pensaréis que los señores con una estrella en el casco ganaron el partido, pero la realidad es que lo perdieron ambos equipos. Y por paliza. as

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