BARCELONA - "Tu cuerpo es tu templo". Es uno de los sabios consejos
que el base puertorriqueño Carlos Arroyo aprendió de su padre y que
ahora, en su nueva etapa en el FC Barcelona Lassa, aplica para
mantenerse en lo más alto y convencer a los que dudan del rendimiento
que puede ofrecer un talentoso base de 36 años.
Para el
veterano director de juego, la edad es una cifra más en su pasaporte. De
hecho, dice sentirse como un chaval de 21 años que afronta su enésimo
reto en la élite con la misión de ganarse "el respeto" de la afición.
Su discurso, propio de un jugador que las ha visto de todos los
colores, es muy similar a su juego: elaborado, inteligente, sin fisuras,
cocinado a fuego lento, evitando los tópicos lógicos que emergen en el
inicio de temporada.
Con un español caribeño-estadounidense, Arroyo cautiva a los
interlocutores que, ante su facilidad por la palabra, le bombardean a
todo tipo de preguntas en la jornada de puertas abiertas a los medios de
comunicación que el Barcelona ha organizado con motivo del inicio de la
temporada.
"Mi padre es abogado, pero vive su sueño a través de mí. Siempre le
gustó el baloncesto. Le debo todo a él, ya que gracias a él pude ser
quién soy hoy. Me enseñó la disciplina desde niño", relata, sincero, al
ser preguntado por sus orígenes.
A pesar de su amplia trayectoria en la NBA y en equipos punteros de la
Euroliga, Arroyo desprende la humildad de un chaval que quiere comerse
el mundo y ayudar a que el Barcelona "vuelva a estar en la élite" del
baloncesto del viejo continente.
"Lo importante no es sólo mi rol, es el de todos. No importa quién coja
el crédito, vamos a salir a ganar. Sean los minutos que sean, sea el
jugador que sea", señala.
Consciente de que Tomas Satoransky tendrá mucho protagonismo en la
dirección de juego de la nave de Xavi Pascual, a Arroyo le motiva
contagiarse de la "energía" del joven base checo.
"Satoransky me mantiene trabajando fuerte, exigiéndome en la cancha. Sé
que tengo que competir con un chaval que no le falta energía. Tiene
mucha ambición, le gusta aprender y eso a mí me ayuda también", agrega.
“ Mi padre es abogado, pero vive su sueño a través de mí. Siempre le gustó el baloncesto. Le debo todo a él; gracias a él pude ser quien soy.
” --Carlos Arroyo, base del Barcelona
A la competencia sana que le aportará compartir vestuario con
un base que apunta a la NBA se suma su adición al baloncesto, la llama
que, según explica, le permite seguir sintiéndose físicamente bien.
"Me encanta jugar al baloncesto. Cuando termina la temporada, tras dos
semanas de descanso, siempre tengo que volver a la cancha. Para sacarme
de ella, mi esposa me tiene que ir a buscar y quitarme las llaves de la
cancha", bromea.
Y es que para Arroyo, el elixir de la eterna juventud -"me siento como
si tuviera 21 años", insiste- es el respeto que sigue teniendo hacia su
cuerpo.
Quizá por ello el pasado verano -como también hizo su compañero Juan
Carlos Navarro- decidió renunciar a la selección puertorriqueña y ordenó
su "templo" para que el Barcelona "sea el equipo que el Real Madrid fue
el año pasado".
En apenas dos meses en Barcelona, el exjugador del Galatasaray turco ha
aprendido rápidamente que en el Palau Blaugrana se juega para levantar
trofeos.
"Queremos ganar todos los títulos que lleguen, queremos recuperar el
respeto en Europa. El Barça lo tiene, pero tenemos que volver a ser el
equipo de élite que fuimos", subraya.
Mientras espera que se confirmen las buenas sensaciones que mostró en la
final de la Supercopa, Carlos Arroyo promete el hambre y experiencia de
un chaval de 36 años que espera que su cuerpo se adapte a un templo
mítico como el Palau Blaugrana.espn
0 comentarios:
Publicar un comentario