OAKLAND -- De eso se trata, de saber ajustarse a las circunstancias en
cada partido de las Finales, de no dar nada por sentado y hacer del
riesgo un éxito en potencia. Se puede ganar un campeonato siguiendo la
filosofía y los preceptos básicos que han llevado a Cleveland Cavaliers o Golden State Warriors hasta este punto, pero también es necesario utilizar el factor sorpresa para demoler a tu rival.
En
este punto y tras cuatro juegos disputados, los reajustes han marcado y
deberán marcar la diferencia. El primero fue el nacimiento de un nuevo
ídolo como Matthew Dellavedova, que logró dar un paso al frente cuando Kyrie Irving
ya no pudo andar más. La alternativa no es que fuera una obra de
ingeniería de David Blatt, pero funcionó. El coach no tuvo que poner
patas arriba el esquema de juego para suplir la baja del Jugador Más
Valioso de la pasada Copa del Mundo de España, le valió con inyectar
intensidad al ya de por sí motivado armador australiano.
El plan
de juego se cumplió a la perfección, y aunque 'Delly' no tenía -ni
tiene- el potencial ofensivo de su compañero, con poco que hiciera en
ataque, si lograba frenar a Stephen Curry
ya se podía dar por satisfecho. Así fue, durante el Juego 2 y 3 su
presencia incisiva y su defensa correosa de pecho sólido frenó en seco
la productividad del armador de los Warriors, que no pudo pasar de los
8-de-32 en balance de tiros de campo entre las dos citas, 4-de-14 en
triples y que le obligó a perder hasta ocho balones.
Curry se
sintió más cómodo en el último partido, aprovechó su velocidad para
superar a un Dellavedova que ya sufre los envites del paso de los
minutos y la carga de trabajo que supone contener a su rival. Después de
pasar por el hospital por culpa de unos calambres tras el Juego 3, al
finalizar la cita del jueves, el australiano tuvo que seguir el que será
su ritual por lo que resta de Finales: un baño de cuerpo completo en
agua helada. Ni el último mechón de pelo de su coronilla está a salvo
del cansancio.
REAJUSTES 'MADE IN KERR'
Pero
si de ajustes se refiere, el que Steve Kerr se jugara el todo por el
todo en el último encuentro dice mucho de su creatividad en el puesto de
coach. Cuando la serie amenazaba con ponerse 3-1 a favor de Cleveland -
ningún equipo en la historia de la NBA ha logrado remontar dicho
marcador en unas Finales - lo lógico era pensar que las cosas no estaban
funcionando. Aplicó la filosofía del 'sólo se vive una vez' y la
sustituyó por el 'quién sabe si estas son nuestras últimas Finales'. Era
necesario darle un giro a la situación para reponerse a dos derrotas
consecutivas, estaba obligado a recuperar la ventaja de campo que perdió
en el Juego 2 y debía frenar a un LeBon James imparable que le había
hecho un roto de 41 ppj en las tres primeras citas.
Kerr arriesgó,
adelantó las posiciones de varios jugadores y sorprendió, que era de lo
que se trataba. Al tres lo colocó de cuatro, al cuatro de cinco y a Andre Iguodala le puso de titular. Traducido el quinteto inicial quedó con Harrison Barnes como ala-pívot, Draymond Green
como pívot e Iguodala de alero para contener a un LeBron cansado que
hasta ayer acumuló una media de 47.3 minutos por partido. La defensa del
jugador de los Warriors sobre el monarca de los 'Cavs' estaba siendo
óptima pero insuficiente - no por la labor del integrante del plantel
californiano, sino porque no estaba frente a él el tiempo suficiente. El
jueves, Iguodala impuso su ley y contuvo su productividad otra vez más,
pero en esta ocasión se erigió como su defensor primario.
En un
63 por ciento de las ocasiones que LeBron recibió el balón, Iguodala
estuvo frente a él, la cifra proporcionada por el departamento de Stats
and Info de ESPN llama la atención si la comparamos con el 48 por ciento
de los tres partidos anteriores. La productividad de LeBron bajó y sus
números quedaron en 4-de-14 cuando el exjugador de la Universidad de
Arizona se hizo cargo de él. En total, James no ha podido superar la
marca de 18-de-54 contra su defensor más consistente. La contención y la
victoria dieron por válido el experimento de Kerr, que dio una lección a
Blatt de cómo utilizar sus recursos de manera efectiva.
BLATT, OBLIGADO A AJUSTAR
Ahora
afrontamos el Juego 5 con las cosas como empezaron, en tablas pero con
sólo tres partidos por delante que reducen las opciones para el futuro
campeón. El que gane dos juegos se lleva la serie y el campeonato. Ahora
la cuestión es qué reajustes veremos. Estos suelen venir con las
derrotas, así que lo más probable es que Kerr se ciña a lo que le
funcionó en el último partido. Le toca el turno a un Blatt cuyas ideas
están siendo muy básicas en estas Finales.
Su extrema confianza en
seis o siete jugadores está siendo demasiado evidente. Tras el Juego 4,
el vestuario de los 'Cavs' fue lo más parecido a un campo de batalla.
Mientras el frente de ataque se recuperaba tras otro partido de
acumulación de minutos, otros se marchaban como si nada, ni siquiera les
hizo falta pasar por la ducha. James recibía puntos de sutura en la
cabeza al tiempo en que Shawn Marion
salía del recinto rascándose el coco en busca de una explicación por su
falta de actividad en esta serie. Cuando 'Delly' se estaba bañando en
hielo, Mike Miller se marchó sin decir adiós y sintiéndose afortunado por haber jugado tres minutos en la clara victoria de los Warriors.
Blatt
está siendo demasiado obvio en estas Finales y tras el juego de ajedrez
de Kerr, el coach de Cavaliers está obligado a realizar ajustes en una
plantilla sobre utilizada que a buen seguro está acogiendo como agua de
mayo estos dos días y medio de recuperación.
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