OAKLAND -- Pocos hubieran imaginado que dos coaches noveles que han
vivido su primera temporada como entrenadores en la NBA estén ocupando
un lugar en las Finales. Steve Kerr, de Golden State Warriors, y David Blatt, Cleveland Cavaliers,
son los más afortunados en este momento de disfrute. Se han ganado a
pulso la recompensa de estar en el último tramo de la temporada y a
partir de aquí lo que les queda es si serán capaces de interpretar esta
serie final.
Casualidad o no, lo cierto es que Blatt estuvo a punto de formar parte
del cuerpo técnico de Kerr el verano pasado. Cosas del destino, justo
después de ganar la Euroliga con el Maccabi de Tel Aviv, el actual 'Cav'
tuvo sobre la mesa una oferta de la franquicia californiana para ser
uno de los acompañantes de Kerr, que le vendió la moto con una verdad
aún sin confirmar: "Vamos a ser muy buenos, no sé si llegaremos a las
Finales pero seremos muy buenos".
El coach de los Warriors pensó que sería una buena idea el que formara
parte de su equipo de asistentes por dos razones. La primera y más obvia
para que aportara su valía como técnico más que experimentado en
Europa; y en segundo lugar, para que le sirviera de plataforma para
erigirse como entrenador en la NBA en un periodo de uno o dos años.
Blatt optó por seguir su rumbo, apostó por firmar por los Cavaliers y
cinco días después James hizo pública la decisión de recalar en el que
fue su equipo durante siete años cuatro temporadas atrás. El puzzle se
cerró y cada coach siguió su tangente.
Kerr tenía razón, los Warriors serían buenos, muy buenos, algo que no
era el notición del verano porque el equipo venía de crecer de manera
muy adecuada en el periplo anterior, junto a Mark Jackson. Pero lo que
ha conseguido el que fue entrenador del Oeste en el Juego de las
Estrellas en esta edición tiene mucho mérito. No es sencillo llegar a un
plantel formado, que se conoce a la perfección, y mejorarlo en sólo una
temporada. No es fácil hacer que sus jugadores progresen
exponencialmente en el plano individual, que realicen un juego más
rápido que el del periodo anterior con el mayor ritmo de la liga (98.3),
que tengan una efectividad arrolladora (110 ppj) y que defensivamente
sean cuasi perfectos (ratio defensivo de 101.4).
Se trata del único miembro de los Warriors que ha tenido experiencia en
Finales de la NBA, aunque fuera como jugador. Cuenta con cinco anillos y
sus éxitos serán trasladados a un grupo en el que ninguno de sus
pupilos ha estado en una tesitura como ésta. Aquí reside una de las
diferencias con Blatt, el coach de los 'Cavs' no sabe lo que es una
serie final en la liga estadounidense aunque tenga experiencia en estas
lides en Europa. Kerr sabe de lo que habla cuando toma la palabra en el
vestidor.
"Hemos hablado de eso, del caos que rodea el juego y tienen que ser
capaces de separar los dos. Hay que pasar por el frenesí de los medios y
otras distracciones que hay por el hecho de estar en las Finales para
poder enfocarse en el trabajo. Lo que aprendí como jugador es que una
vez estás en la duela lo que haces es empezar a jugar y todo vuelve a la
normalidad. Se trata sólo de un partido de baloncesto. Hay que llegar a
ese punto y la mejor manera es ignorar el caos que hay alrededor lo
máximo que puedas", comentó Kerr.
A día de hoy es uno de los entrenadores que han comenzado con mejor pie
su periplo en la NBA. Su balance de 67-15 (.817) es cuanto menos
alentador de cara a un futuro de lo más prometedor con los Warriors.
Gane o no las Finales, sus decisiones han sido acertadas y su capacidad
para elevar al equipo no podía haber sido más efectiva. Sus tablas en
este deporte no sólo le vienen como jugador y coach por un año, sino
como gerente general de Phoenix Suns entre 2007 y 2010.
Kerr tiene la batuta de unos jugadores hambrientos, conoce a la
perfección la situación en la que se encuentra y sabe en que se basan
los conceptos de un Blatt al que dice admirar. Habrá ajustes que llevar a
cabo durante esta serie que se prevé larga, muy larga, para suerte de
los aficionados.
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