CLEVELAND -- Su fama de jugar rudo, tal vez un poco más allá de los
límites permitidos, contrastan con su personalidad callada. Por momentos
parece hasta retraído y tímido, de acuerdo a la mayoría de sus
compañeros.
Pero eso cambia en cuanto pisa la duela de la cancha de basquetbol,
donde esos mismos compañeros aseguran que intenta dar su máximo esfuerzo
para demostrar que sus cualidades basquetboleras no merecen ser
menospreciadas.
Matthew Dellavedova prefiere dar esa imagen al exterior, aunque en el interior de sus Cleveland Cavaliers sepan que es un muchacho que nunca se guardará nada de energía para tratar de ganar.
“Es un muchacho que siempre ha tenido que luchar contra la adversidad en este deporte”, consideró su compañero Iman Shumpert.
“Todos los días viene a trabajar como si fuera el último o como si de
eso dependiera el campeonato. Así es siempre, no sólo en las Finales”.
Dellavedova, de 24 años, 200 libras de peso y 6 pies 4 pulgadas de
altura, nació en el poblado victoriano de Maryborough, Australia, donde
comenzó a jugar basquetbol a los 4 años de edad, más por instinto y
pasión que por herencia.
Asistió al Colegio Regional de Maryborough, donde también fue una
estrella del futbol australiano, deporte que decidió abandonar para
concentrarse sólo en el basquetbol.
En su adolescencia fue llamado para el equipo estatal de basquetbol
de Victorian, antes de mudarse a Canberra para enrolarse en el Instituto
del Deporte Australiano, donde jugó tres años en la Liga South East
Australian.
En el 2009 fue reclutado como el mejor prospecto australiano de
preparatoria por St. Mary’s college del área de la Bahía del Norte de
California, la misma área que es la casa de los Warriors.
“Una de las cosas que me encantan de ‘Delly’ es que va a jugar de la
misma manera siempre, sin importar el lugar o el rival”, dijo Schumpert.
“No importa si es un juego de las Finales o una práctica. Tampoco le
importan los nombres, ni se achica con nadie... pregúntale a Stephen Curry...”.
“Es un competidor, es bravo”, agregó. “A él no le importa si soy yo,
si es J.R. (Smith), LeBron (James) o el que sea, es feroz. Es todo lo
que puedes pedir de alguien como él. Y no es que sea sucio, simplemente
juega tan duro como se pueda”.
Shumpert y el resto de sus compañeros reconocen que el australiano ha
inyectado dinamismo y energía a los Cavaliers en las Finales, como hizo
toda la temporada en cualquiera que fuera su posición.
Igual hizo en su tiempo universitario en St. Mary’s College en el
área de la Bahía, donde aprendió rápido algunas de las costumbres del
lugar, incluso el gusto por la comida “mexicana”.
TAN SENCILLO Y COMÚN COMO SIEMPRE
En su segunda temporada en la NBA y con un salario que rebasa los 800
mil dólares por temporada, Dellavedova sigue tan sencillo como el
primer día, aseguraron sus compañeros.
Maneja un automóvil de la marca Mazda, su restaurante consentido es “Chipotle”y su cantante favorito es Drake.
“Conoce todas sus canciones, toda su música”, dijo el delantero de los Warriors Tristan Thompson con una gran carcajada.
El australiano reconoció que una de los aspectos que más cuesta
acostumbrarse en su viaje por el basquetbol estadounidense ha sido la
lejanía con su familia, su comida y sus amigos.
“Para todos los extranjeros es igual”, dijo. “Estamos muy lejos de casa”.
Su compañero ruso, Timotey Mozgov, señaló que nunca ha visto a Dellavedova triste o nostálgico, a pesar de su apariencia seria.
“Es uno más del grupo, se adapta a todo rápidamente”, explicó. “Quizá no es el que más habla, pero es uno más de los muchachos”.
Dellavedova es hijo de Mark y Leanne; tiene dos hermanas menores que
también juegan basquetbol, Ingrid y Yana, quien es parte del equipo
femenil de la Universidad Estatal de Long Beach.
Estudió psicología en St. Marys, donde realizó una carrera estelar
dentro del aula como All-American Académico, y en la cancha, que mereció
el retiro de su número “4” tras establecer casi todas las marcas
trascendentes para un movedor de bola.
Sin embargo, fue ignorado en el draft 2013 de la NBA, pero rápido encontró acomodo.
Como agente libre novato en el 2013, fue motivo de disputa entre los New York Knicks
y los Cavaliers, con quienes reconoció que aceptó firmar porque
ofrecían contrato por dos años con 100 mil dólares garantizados.
Dos temporadas después su estelar irrumpimiento en las Finales ya
valió para que la arena de basquetbol de su ciudad natal esté por ser
bautizada con su nombre.
“Ciertamente ha puesto su pueblo de Maryborough en el mapa”, comentó
su rival en las Finales, pero compañero de selección nacional
australiana Andrew Bogut.
Es probable que Dellavedova ni siquiera haya notado aún el impacto
que ha tenido durante los primeros cuatro juegos de Finales en su natal
Maryborough, donde los partidos se televisan en vivo alrededor entre 10
a.m. y 11 a.m.
“Los niños y jóvenes están faltando a la escuela para ver los
partidos”, dijo el periodista australiano Roy Ward, quien cubre las
Finales para una televisora de su país. “Mucha de la gente en
Maryborough está descubriendo que existe un equipo llamado Cavaliers, de
un lugar llamado Cleveland, donde juega un basquetbolista de
Maryborough”.
“La gente en Maryborough está enloqueciendo por Matthew”.
Entre los aficionados de Cleveland, el jersery Dellavedova también
dio el brinco como el más vendido la semana anterior, incluso más que el
de LeBron James.
Para James, todo el respecto que ha conseguido en la última semana su compañero “Delly” es más que merecido.
“Él es la definición de la frase ‘trabajo duro’ en todos los
aspectos”, afirmó James. “Es el mejor compañero de equipo que puedes
tener. Sabes que va a dar todo lo que tiene en el tanque”.
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