La misma ciudad que le vio nacer el 3 de agosto de 1989 fue ayer
testigo, sólo 25 años después, de la despedida a Jules Bianchi. La
Catedral Sainte Reparate de Niza fue el lugar elegido para que amigos y
familiares dieran el último adiós al piloto francés. Bianchi falleció la
madrugada del sábado tras nueve meses en coma a causa del tremendo
accidente sufrido en el circuito de Suzuka. Una versión a la guitarra
del ‘Hotel California’ de ‘The Eagles’ acompañó al féretro del joven
piloto francés hasta el interior de la catedral, donde sólo los más
íntimos podían acceder.
Fuera se agolpaban cientos de personas que siguieron la ceremonia a
través de altavoces. “La muerte de Jules es profundamente injusta”,
comenzó Sylvain Brisom, el sacerdote que ofició un funeral al que
asistieron pilotos como Lewis Hamilton, Jenson Button, Sebastian Vettel,
Romain Grosjean, Nico Rosberg, Felipe Massa, Daniel Ricciardo, Daniil
Kvyat, Pastor Maldonado, Pedro de la Rosa, Adrian Sutil, Marcus Ericsson
o Roberto Merhi. Todos ellos olvidaron por un día que el fin de semana
sus monoplazas vuelven a rodar en Hungría. También estaban el presidente
de la FIA, Jean Todt; el que fuera compañero de Jules en Marussia, Max
Chilton; el director deportivo de Manor, Graeme Lowdon, y el jefe del
equipo, John Booth; y otros protagonistas de la Fórmula 1 como Stefano
Domenicali, Eric Boullier o Alain Prost.
“Él era tan natural. La Fórmula 1 es un mundo complicado, a menudo
puede perderse el contacto con la realidad. Pero él siempre supo seguir
siendo humilde, agradable con todo el mundo y eso le hacía diferente a
los demás”, dijo su representante, Nicolas Todt, hijo del presidente de
la FIA, Jean. Dos enormes retratos de Bianchi vestido con los colores de
Marussia presidían la entrada a la catedral y su casco lucía sobre el
féretro mientras sus compañeros pilotos le rodeaban. Y especialmente su
familia, que le dedicó estas palabras: “Vamos a ser fuertes por ti hasta
el final. Tu coraje, fuerza y dignidad se quedarán siempre con
nosotros. Pase lo que pase, si estamos tristes o tenemos miedo, sabemos
que siempre vas a estar ahí en todo momento”.
Fue el pasaje más emotivo en una ceremonia que acabó con varios
minutos de aplausos mientras de fondo sonaba ‘Mistral Gagnant’, de
Renaud. Una canción que los franceses acaban de elegir como su preferida
por delante de ‘Ne me quitte pas’, de Brel. Habla de infancia y de
recuerdos. El de Bianchi ya es imborrable.
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