
Los cuatro acuerdos multianuales que se concretaron le inyectaron
nueva vida a lo que se había convertido en un mercado estático para
recontrataciones. Dez Bryant y Demaryius Thomas llevaron el mercado de
los receptores abiertos de primera línea hasta la marca de los 14
millones de dólares al año (No obstante el contrato de Calvin Johnson de
16 millones anuales). Justin Houston dio un salto monumental con su
acuerdo por seis temporadas y 101 millones de dólares. Y el convenio de
Stephen Gostkowski por 4.3 millones al año creó una nueva meta para los
pateadores de ligar.
Dos factores principales permitieron que estos acuerdos se
finalizaran. Primero, el rápido incremento en las cifras para jugadores
franquicia ayudó a que Bryant y Thomas superaran el techo previo para
contratos de receptores abiertos, que estaba entre 11 y 12 millones de
dólares anuales. ¿El otro factor? Un draft estelar del 2011 --que lleva a
la fecha 12 jugadores de Pro Bowl entre las primeras 16 selecciones y
un total de 23 jugadores de Pro Bowl-- ha ayudado a elevar el mercado de
un modo importante. Richard Sherman, un recluta de quinta vuelta del
2011, ayudó a fijar el mercado para esquineros en 14 millones de dólares
anuales, y Patrick Peterson, recluta de primera ronda del mismo año, lo
superó con 14.1 millones anuales.
De hecho, 14 de los 62 jugadores actuales que cobran al menos 10
millones de dólares anuales proviene de esa clase del 2011, y al menos
siete de los 11 que juegan sus opciones a la quinta temporada
contractual deben recibir nuevos pactos en el mismo rango. Eso no
incluye al novato no reclutado del 2011, Junior Gallette, quien firmó
una extensión por cuatro temporadas y 41.5 millones de dólares.
Esas cifras son significativas porque la generación del 2011 fue la
primera en firmarse bajo la escala de pagos de novatos, y por lo tanto
la primera en demostrar que los acuerdos monumentales están en el
horizonte para aquellos que superan sus contratos originales.
Revisemos ahora los potenciales efectos secundarios de estos acuerdos
recientes, incluyendo a algunos de los miembros de la clase del 2011
que todavía no reciben sus extensiones.

AP PhotoHouston se colocó entre los mejor renumerados
1. Houston, podríamos tener un problema. El convenio de
Houston por 101 millones de dólares podría ser el acuerdo más importante
firmado este año. Clay Matthews de los Green Bay Packers había sido el
apoyador externo de sistema 3-4 mejor pagado de la liga con 13.2
millones anuales. Houston fue capaz de convencer a los Chiefs de
tratarlo como un cazador de mariscales de campo de élite, no solamente
como un apoyador externo. Esa concesión permitió a Houston superar el
acuerdo de Mario Williams, por 16 millones de dólares anuales, y el
convenio de J.J. Watt, por seis campañas y 100 millones de dólares.
Aunque eso es grandioso para Houston, podría dificultar las cosas para
que los Denver Broncos y San Francisco 49ers extiendan los convenios de
Von Miller (segundo recluta global del 2011) y Aldon Smith (séptimo
recluta global), quienes pueden esgrimir argumentos similares. También
vale la pena preguntarse si un apoyador externo de sistema 3-4 cobrando
dinero de mariscal de campo puede frenar el número de equipos que desean
hacer la conversión a ese esquema defensivo. Los equipos que acierten
con sus apoyadores externos podrían no ser capaces financieramente de
retenerlos. Hace algunos años, Terrell Suggs de los Baltimore Ravens
debió interponer una queja cuando fue designado apoyador después de una
campaña en la que él argumentó que más del 50 por ciento de sus jugadas
defensivas fueron sobre la línea defensiva atacando al mariscal de
campo. Houston usó ese argumento a su beneficio, y quizás cambió
definitivamente el modo en que se les paga a los apoyadores externos.
2 A la espera de grandes contratos. Los acuerdos por cinco
temporadas y 70 millones de dólares firmados por Bryant y Thomas
probablemente serán superados por A.J. Green (cuarto recluta global del
2011) y Jones (sexto global). La pregunta es cuándo. Thomas y Bryant
están obteniendo sus extensiones antes de comenzar sus sextas campañas
profesionales. Si Green y Jones acuerdan, digamos extensiones de cuatro
años, antes de que arranque la temporada entrante (su quinta en la NFL),
estarían en posibilidad de esperar otra extensión con un año menos de
recorrido que Bryant o Thomas. Eso les podría beneficiar a la larga;
estudios recientes demuestran que los receptores empiezan su declive en
sus séptimas u octavas temporadas.
3. Impacto al mercado de alas defensivas. Watt es --y será en
el futuro cercano-- la excepción en el mercado de los alas defensivas de
sistema 3-4. Su salario de 16.6 millones de dólares anuales es masivo,
pero eso está bien: los jugadores lo consideraron el mejor jugador de la
liga esta temporada baja. El mercado secundario de alas defensivas de
sistema 3-4 ha recibido un impulso, también. Cameron Jordan recibió una
extensión por 11 millones al año con los New Orleans Saints; Corey
Luiget recibió 10.25 millones por año de los San Diego Chargers; y hace
unos días, Cameron Heyward recibió una extensión por 10.4 millones
anuales de los Pittsburgh Steelers. Imaginen el impacto sobre los New
York Jets, quienes cuentan con tres grandes alas defensivas de sistema
3-4 --Muhammad Wilkerson (recluta N° 30 global del 2011), Sheldon
Richardson, y el novato Leonard Williams. Wilkerson está por agotar su
opción contractual a la quinta temporada, y el pacto de Richardson se
vence en el 2017. Es altamente improbable que puedan retener a ambos.
4. El mercado para tackles defensivos. Marcell Dareus no se
acercará al contrato que recibió Ndamukong Suh (19.062 millones de
dólares por año), pero podría ser capaz de superar el salario de Gerald
McCoy, de 13.6 millones anuales. La opción al quinto año contractual de
Dareus, reclutado tercero global en el 2011, supera los 11 millones de
dólares, lo que significa que los Buffalo Bills ya cuentan con cuatro
linieros defensivos que promedian más de 9 millones de dólares por año.
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