El astro de Cleveland jugó su primera definición de campeonato en 2007. Y esa experiencia vale.LeBron James
cierra los ojos, se echa sobre el banco de suplentes y piensa.
Reflexiona. Analiza. Son segundos dentro de un minuto pedido por su
entrenador. Los Cavaliers necesitan que la historia cambie, que las
líneas que forman el esqueleto del guión se modifiquen para encontrar
algo de luz al final del túnel. David Blatt habla y LeBron entiende que,
para que todo cambie, es el paisaje el que debe modificarse. El elegido
debe observar el todo por encima de las partes, el juego por encima de
los individuos. Entonces, su cabeza decide el click, como si hacer lo
que uno quiere fuese una simple decisión. Pero algo así parece, porque
deja de ser un armador para transformarse en un todoterreno anotador.
Acto seguido, vuelve a ser un armador de dimensiones estrambóticas.
Luego juega debajo del aro. Se abre al perímetro. Defiende. Pasa la
pelota. Ordena. Aconseja. Sufre. Festeja.
¿Anotador? ¿Pasador? ¿Jugador de rol? James es la versión por
excelencia del básquetbol total. Una muñeca rusa capaz de hacerse grande
o chica de acuerdo a lo que dictaminen las amenazas. Un camaleón
escondido sobre el parquet. Un superatleta con la experiencia de un
samurai y la sagacidad de un general a la hora de diagramar estrategias.
LeBron James no es el MVP de la actual temporada. Pero todos sabemos
que se trata del rey sin corona. No sólo es el mejor jugador sino que
hablamos del mejor alero de la historia del juego. ¿No les cae
simpático? Olvídense de eso por un rato y reflexionen sobre lo que la
realidad entrega: nunca jamás existió un jugador que domine física y
mentalmente a sus rivales de la manera que lo hace el talento de Akron.
No se trata de un elogio, es una mera realidad. Salvo por su preocupante
12-68 en triples esta postemporada -el menor porcentaje de tiros de
tres puntos en un playoff entre jugadores con 60 intentos o más-, el
resto ha sido pan comido para la estrella de la Liga.
Antes de empezar la temporada, LeBron tuvo una reunión con todos sus
compañeros y dividió el trabajo en roles. Le explicó, a cada uno de
ellos, lo que se necesitaba para ganar. Lo que el equipo necesitaba para
que la rueda gire. "Nunca había tenido un rol específico: hacer algo
determinado por todo el juego", dijo Shumpert a Ian Thomsen de NBA.com.
"Haces esto y esto, y nosotros haremos el resto del trabajo".
Kim Klement/USA TODAY SportsAdemás de poner sus números, LeBron sabe como hacer mejores a otros. Tristan Thompson puede dar testimonio de eso
"Me dijo que haga lo que venía haciendo en la NBA. Jugar duro,
rebotear y defender, y cuanto tenga la pelota, definir cerca del aro",
asegura Tristan Thompson.
Y esas asignaciones, agrega Thomsen, James las actualizó ingresando a
la postemporada, con el éxito que todos hemos visto. En definitiva, no
hay nada mejor en la persecución de un éxito que la división de
responsabilidades, con objetivos y resultados. No se trata de tener los
jugadores más talentosos, sino de tener a los jugadores que enriquecen a
un equipo. Que lo hacen mejor, con todo lo que eso significa. El
equilibrio, la aceptación y el paso atrás en función del paso adelante
de un compañero, son rasgos que sólo tienen los campeones.
Los Golden State Warriors
figuran en las casas de apuestas como los favoritos absolutos a ganar
las Finales de NBA. No puedo culpar a quien escribe estas proyecciones,
porque se trata de un equipo joven, rápido, talentoso y con profundidad
para lastimar en todos los puestos. ¿Por qué creo entonces que Cleveland
puede ganar el campeonato? Todo radica en el espíritu de su líder.
James ha ganado la experiencia que no tenía cuando debutó en Finales
allá por el año 2007, cayendo por paliza ante los San Antonio Spurs.
Hoy es un jugador completamente distinto: ha relegado su instinto
anotador para darle paso a su comprensión del juego. Es un rinoceronte
con piernas de gacela, que sabe extraer de cada uno de sus compañeros lo
mejor para obtener el triunfo, no sólo a corto plazo, sino a gran
escala.
Quizás lo mejor que le ha pasado a James esta temporada -y que habla
en grande de su madurez- son los méritos que obtuvo por fuera de sus
números. Supo amalgamar un equipo con un entrenador debutante en la NBA
(David Blatt), perdió a una de sus estrellas en postemporada (Kevin Love) y domesticó a un caballo furioso como J.R. Smith. Incluso vio como noche a noche se aclaraba el traje de Anderson Varejao por
usarlo de manera ininterrumpida desde diciembre. En ese proceso, no
escuchamos a James esgrimir una sola excusa. Al contrario, se puso los
guantes, el overol y mejoró lo que tenía alrededor. Como si de una
obligación se tratase.
Gregory Shamus/Getty ImagesComo un gran director de orquesta, 'King James' se tomó como propia la tarea de afinar y mejorar a su equipo
Hay una combinación que juega a favor de los Cavaliers en estas
Finales: tienen la experiencia y van de punto. Los Warriors han hecho un
campeonato fantástico pero no saben mucho de esta clase de instancias,
en las que la presión de tener todo a la vuelta de la esquina juega y
mucho. LeBron jugará su quinta final de NBA consecutiva, siendo el
noveno en conseguirlo en la historia -y el único que no fue miembro de
los Celtics de 1950-60-. Buscará, en su polémico retorno, devolverle a
Cleveland la alegría de 50 años sin títulos en deporte profesional (la
última vez fue con los Browns cuando conquistaron la NFL en diciembre de
1964). Un dato llamativo de esta definición: el último coach debutante
ganador de título fue Pat Riley en 1982. Tanto Blatt como Kerr, rookies
en 2014-15, competirán por ver quien lo acompañará en la vitrina de
notables al cierre de estas Finales.
Honestamente, los kilómetros recorridos dictan que no importa lo que
ha pasado en temporada regular para entender lo que puede ocurrir ahora.
Ni siquiera lo que pasó en las series de playoffs anteriores. Cuando se
juega una definición de campeonato, no hay mañana. Es el hoy y ahora.
No se trata de cuánto puede golpear quien lo hace primero, sino de
cuanto puede soportar quien sufrió la primera caída. Así perdieron -y
luego ganaron- los Spurs en las últimas dos definiciones de campeonato.
De eso se tratará cuando Oakland haga sonar la campana para dar rienda
suelta a todas las emociones con el Juego 1.
Dicen los números que el ganador del primer juego de las Finales NBA
gana el 70.6% de las definiciones (48-20). Sin embargo, LeBron está 0-3
en todos los juegos 1 de Finales que jugó fuera de casa.
Podríamos pasarnos la vida con estadísticas llamativas que se
contradicen. Por eso, yo apuesto a que el diferencial sea la
experiencia. Equivocado o no, me sentaré a disfrutar de una de las
Finales más atractivas de los últimos años.
Sin más palabras, que comience la función.
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