Serena Williams (33 años) está ante la posibilidad de completar el
sagrado círculo del Grand Slam en la misma temporada. Algo que sólo han
logrado Don Budge (1938), Rod Laver (1962 y 1969), Maureen Connolly
(1953), Margaret Court (1970) y Steffi Graf (1988). Pero el caprichoso
sorteo del US Open quiso que su hermana Venus (35 años) apareciera en la
ruta. La hermana mayor, que ahora es 23ª del mundo, no ha fallado y hoy
se medirán (01:00) en un morboso cuarto de final.
“Es como jugar contra mi espejo”, relata Serena. “Las dos jugamos
parecido. Ella es rápida y yo soy rápida. Ella golpea duro y yo golpeo
duro. Venus saca fuerte y yo también”, analiza. Sobre la pista, estarán
nada menos que 28 títulos de Grand Slam (21 de Serena y 7 de Venus).
La número uno del mundo está intratable este año, en el que sólo ha
cedido dos partidos, frente a Kvitova y Bencic. Lejos aparece ya el
primer enfrentamiento entre ambas en Nueva York, en 2001, cuando Venus
derrotó a Serena en la final. Después se medirían en la final del 2002,
con revancha para la benjamina. En la cuarta ronda de 2005 hubo triunfo
para Venus y la última vez, en los cuartos de 2008, se llevó la victoria
a casa Serena. Un balance de 2-2.
Atrás quedan ya los tiempos en los que su extravagante padre Richard
las llevaba a entrenar a las canchas públicas del suburbio de Compton,
en Los Ángeles, y tutelaba su carrera con maquiavélica influencia.
Precisamente en 2001, las Williams habían llegado a Nueva York en
medio del escándalo. En Indian Wells, hubo sospechas de que el
progenitor amañó la semifinal entre sus hijas, en la que se retiró
Venus. Luego Serena ganaría la final a Clijsters y el público la abucheó
e insultó. El jefe del clan lo interpretó como un episodio racista y
hasta este año, 14 temporadas después, Serena no volvió a pisar Palm
Springs.
Con los años, Serena fue tomando protagonismo en el tenis, y Venus
perdiéndolo. El punto de inflexión fue el diagnóstico del Síndrome de
Sjögren, un trastorno autoinmunitario que provoca fatiga y dolor
articular y que le obligó a retirarse del US Open 2011. La primera mujer
negra en llegar al número uno bajó más allá del puesto 100. Pero no se
rindió. Ahora es la piedra en el camino de Serena. “Sabe mis debilidades
mejor que nadie”, avisa esta antes del partido del morbo en Nueva York. as
0 comentarios:
Publicar un comentario