Maria Sharapova puso fin a la semana mágica de Carla Suárez en el Torneo de Roma. La ambición rubia, en una demostración más de orgullo, remontó un set a la española para coronarse campeona por 4-6, 7-5 y 6-1 en 2h:35 y saltar del puesto tres al dos de la WTA.
La canaria, que saldrá mañana como octava del mundo
escalando dos puestos, no pudo abrochar con un triunfo la enorme
trayectoria que llevaba en el Foro Itálico y que le llevó a tumbar a
tres top-ten: Simona Halep (2ª), Petra Kvitova (4ª) y Eugenie Bouchard
(6ª). La falta de chispa en el tramo final después de la exigencia de
unos duros partidos previos fue un lastre para Carla Suárez, que jugaba
su tercera final del año tras las de Amberes (a la que no salió al estar
lesionada) y Miami.
El primer set de Carla Suárez, a la que la zarina
rusa saca casi medio metro (1,88 metros frente a 1,62), fue de enmarcar.
Muy segura con el servicio, ganó un 76% (10/13) de puntos con segundos servicios y solventó con éxito tres bolas de break. Con el 6-4 arriba,
su técnico Xavi Budó la arengó: “¡Lo importante es creer! El partido lo
va a ganar la más valiente, eres mejor en tierra y ella tiene la
presión”. La batalla se iba a ganar, o perder, con la mente porque la
gasolina estaba en la reserva.
Pero Sharapova, una máquina competitiva adornada de glamour, de lo que anda sobrada es de valentía. En la segunda manga, dos veces se puso por encima con break y dos veces se los neutralizó Carla. Pero la siberiana consiguió otro para 7-5.
“Sólo te pido que juegues quince minutos como un animal, con nuestro
patrón. No quiero que el estrés físico te afecte el carácter. Olvídate
del cansancio”, fueron los consejos de Budó en el intercambio.
Pero en el tercero, el cansancio cayó a plomo sobre Carla, como aplanaba el sol sobre el Foro Itálico. La canaria sacó el instinto animal para conseguir un break inicial, pero le abandonaron las piernas. Y Sharapova se lanzó como una bestia a firmar seis juegos seguidos para 6-1.
Roland Garros está a la vuelta de la esquina, y en la final de Roma se
batieron el cobre dos jugadoras que se reivindicaron como candidatas a
hacer algo grande en París.
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