Una de las voluntades más disciplinadas jamás vistas en el mundo del
tenis se midió con un chico guapo que emite constantes señales de
inestabilidad emocional. Y, naturalmente, Rafael Nadal Parera, la voluntad disciplinada, se impuso por sexta vez desde 2009 (6-0) a Grigor Dimitrov, el chico guapo y actual preferido de Maria Sharapova: con 6-3 y 6-4, tras hora y 47 minutos en la trinchera de la Caja Mágica, Rafa Nadal ya pisa las semifinales del Madrid Open, que disputará contra Tomas Berdych, que derrotó a John Isner por 3-6, 7-6 (7) y 7-6 (1).
En un duelo de cañoneros, el checo acreditó 11 aces y el
estadounidense, que tuvo punto de partido en el tie-break del segundo
set, 29.
Las cifras mágicas del partido fueron los 38 errores no forzados
de Dimitrov (muchos en momentos importantes), exactamente el doble que
los 19 de Nadal... más los 15 puntos de 'break' que el búlgaro ofreció a
Nadal en sus turnos de servicio, colosal vía de agua que inundó
irremisiblemente a Dimitrov tras la cuarta y vital doble falta, en el
último juego.
Nadal aprovechó cinco de esos 15 puntos de rotura que emergieron
entre los servicios de Dimitrov (con primeros en la banda de 205/210
km/h) y esa fue la llave de que Rafa cerrara cómodamente el primer set
con 6-3 y se levantara en el segundo desde un 1-3 para Dimitrov. "¿Cuántos años tiene ya Dimitrov...?",
había preguntado Nadal la víspera, ante la Prensa. Pues el 'poster boy'
de Sharapova acaba de cumplir 24 abriles, pero la madurez aún le queda
un poco lejos.
A 23 grados de temperatura, el viento barrió las nubes y abrió paso
al sol en la campa de la Caja Mágica. Como anticipó, Nadal decidió
establecer un método de seguridad, basado en meter ganchos de izquierda al córner del revés a una mano de un Dimitrov
que parecía tan aburrido como su ídolo Federer de tener que alzarse en
suspensión tantas veces ante bolas tan altas como las que Nadal le
enviaba al revés, puro ejercicio de demolición.
Nadal pasaba el rastrillo con paciencia sobre el sembrado rojo y
escurridizo. Nadal era como el torero que hace pasar por alto al toro
una y otra vez, cuando este último lo que quiere es atacar por bajo.
Rafa plantaba la muleta alta... y cuando Dimitrov buscaba el piso solo
encontraba, mayormente, el aire y la barrera de las vallas, rumbo a esos
38 errores no forzados. A cambio de tanta miseria, el búlgaro facturó
21 golpes ganadores por 15 de Nadal, demasiado poco beneficio para tanta
maldición de errores.
Alicaído, Dimitrov solo ganó el 40% de puntos con segundos servicios y
cuando Nadal (cuatro buenos saques directos) concretó la remontada en
la segunda manga para pasar al frente con 4-3... Dimitrov hizo añicos la raqueta con violencia sorprendente.
Al margen del resultado y de ser el primer semifinalista del torneo, lo
mejor que le pasó a Nadal no estuvo en la raqueta sino en la cara: Rafa
empieza a poner 'esa' expresión de animal de presa acorralado. A dos
semanas de Roland Garros, esa sí que es una buena noticia.
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