
Rafa Nadal anunció una apuesta por el riesgo, por la agresividad y los puntos cortos para asaltar la Gran Manzana
tras un mal año. Una adaptación a los nuevos tiempos. “La gente no
especula. Va a cara o cruz. Y no se puede ir en contra de lo que marca
el deporte”, reflexionó.
Esa apuesta la mostró frente a Borna Coric en la primera ronda del US Open, pero le faltó convencimiento para aplicarla a full time frente a un rival en teoría más fácil, el argentino Diego Schwartzman,
y se vio bailando en ciertos tramos en el alambre y dejando peores
sensaciones pese a una victoria por 7-6 (5), 6-3 y 7-5 en 2h:40.
En tercera ronda, mañana, aguarda un rival que no tiene reparos en jugársela, el italiano Fabio Fognini,
que ha derrotado ya al campeón de 14 grandes dos veces este curso
(final de Río y octavos de Barcelona), pero que en la última, la final
de Hamburgo, el español se tomó venganza con un doble 7-5.
Schwartzman, un jugador de tierra batida que viaja por el puesto 74º
de la ATP, no daba miedo a priori. Pero Nadal entró en el primer set en
un carrusel de intercambios, mandando bolas altas como es su tradición y
no planas como dicta el manual de la agresividad, y del 4-1 con el que
arrancó y saque para cerrar por 6-4, cedió un break que le llevó a la
muerte súbita en la que llegó a estar 5-3 por debajo. Lo resolvió y lo
celebró a lo bestia. Sólo subió una vez a la red, aculado en muchos
puntos en el fondo y con 13 errores no forzados sumados sin asumir casi
riesgos.
En la segunda, el campeón en 2010 y 2013 comprobó que el cemento de Flushing Meadows
premia la valentía. Elevó su porcentaje de saques, subió a volear (7/9)
y bajó sus errores no forzados (11). Fue el Nadal de la racha buena,
que rompió en tres ocasiones el servicio del crecido Schwartzman, que firmó un gran partido. O al que Nadal permitió hacerlo.
En la manga definitiva, la coqueta Louis Armstrong
vio cómo el español se colocaba 2-1 y 0-30, pero de ahí se pasó al break
del argentino que se situó 2-4. Lo supo solucionar Nadal, pero su juego
carburó demasiado a trompicones. Sin comodidad, alternando pequeños
destellos con tramos en los que tiró más de oficio ante el 74º del
mundo. Las 14 derrotas este año han afiliado los colmillos del
vestuario, que ve a Nadal más vulnerable. Y uno de los que muestra
sonrisas ladinas es el imprevisible Fognini.
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