Sacar la máscara, descubrir a ese Fernando Alonso que hace bromas
cuando termina la entrevista, sonríe y da las gracias si le envías una
foto de tus hijas llorando porque no gana, ése que está detrás de las
cámaras y las palabras preparadas, el que mantiene el coraje por la
victoria y aleja la tristeza con sueños futuros. Ésa era la intención.
Alonso, el que ama y nos habla de amor. Esta es la segunda parte de una
charla entre un piloto y un periodista. O entre dos personas…
—Está viviendo una situación complicada deportivamente
hablando. Un piloto acostumbrado a ganar que lleva dos años sin vencer
un gran premio, pero sin embargo no se cansa de proclamar su felicidad.
¿Es su vida personal más importante que la profesional ahora mismo?
—Siempre lo ha sido, no creo que haya dudas en ese sentido, lo
profesional es algo muy superficial, lo que haces en el día a día, cada
dos fines de semana o en cada carrera es algo de alguna manera más
superficial. Por otra parte las alegrías personales o profesionales las
compartes con cuatro o cinco personas que son tu círculo cercano y las
dificultades igual, lo demás es el papel que interpretas cada dos
semanas y lo que pase intentas que no te afecte mucho.
—¿Interpreta un papel? ¿El que está en los circuitos no es Alonso?
—Claro que soy yo mismo, pero lo que llega a la gente es diferente,
sueles ser tú mismo, pero estás en situaciones extremas, después de dos
horas subido a un monoplaza de Fórmula 1 a 300 por hora te quitas el
casco y sales unos segundos o minutos en televisión para millones de
espectadores y de ahí, de lo que pasa en ese tiempo, tienen la
posibilidad de opinar y de conocerte todas esas personas. Después
cambias de canal y en un programa de entretenimiento ves a alguien
contando un chiste unos treinta segundos y ese tío es cojonudo y super
simpático y tú eres mucho más serio y seco. Por eso digo que es un
papel.
—Y entonces vienen los juicios personales sobre el deportista.
—Sí, así es. Es algo que es muy normal, que se atreva mucha gente a
opinar sobre ti, pero ése no eres realmente tú y son momentos en que
tienes, no exactamente que interpretar, pero eres tú como piloto no
tanto como persona.
—Da la sensación de que ahora le importan bastante menos las críticas…
—Ummm... Sí, es posible, aunque nunca me han afectado de manera ni
negativa ni positiva. Tampoco es que no te afecte nada porque hay que
tener en cuenta que, lógicamente, intentas trabajar duro, día y noche,
prepararte muy bien para hacer bien las cosas, muchas horas de
simuladores, de trabajo en los circuitos y cuando te critican si
consideras que son injustas pues te duelen más o menos. Pero ahora es
diferente.
—Explíqueme. ¿Es distinto porque no gana, quizá?
—Claro. También el nivel de competitividad que tengas influye, cuando
luchas por el título, cuando estás ganando cualquier pequeño detalle
tiene más repercusión que cuando estás decimocuarto o decimoquinto,
entonces caes simpático a todos y dicen, ‘mira ese pobre’.
—Así pasa ahora.
—Sí, esta situación siempre me ha pasado, cuando estaba en 2005, 2006
y 2007 ganando o luchando por el título pues recibía muchas más
criticas que en 2008 y 2009 con Renault luchando por la décima posición.
Entonces se escuchaba a todo el mundo que cómo había cambiado, qué bien
ahora, qué relajado… luego cuando volví a luchar por el Mundial con
Ferrari pues volvían todas esas críticas, a veces mal o bien, depende de
lo competitivo. Y este año, como estamos casi fuera de la Q2, pues que
cambio Fernando y qué simpático… por eso depende del éxito que tengas
profesional creas mas o menos opiniones a favor o en contra tuyo.
—Recuerdo que la primera entrevista que tuve oportunidad de
hacerle en AS me dijo que la victoria daba sentido a su vida. ¿Ya no es
así? ¿Ya no necesita ganar?
—No, no, la sigo necesitando, pero sé que no va a llegar de forma
inmediata y lo tomo como una misión, la victoria como misión, como algo a
largo plazo y que tenemos que trabajar todos de una manera unida para
conseguirla y veo que compartimos esa ilusión y esa misión. No hay nadie
que no crea en ello, que no esté preparado para ello, tenemos el
potencial, los recursos, absolutamente todo lo necesario en el equipo
para poder conseguirlo. Creo en el talento del equipo y estamos todos a
una, si estamos el decimocuarto o decimotercero, si dentro de cuatro
carreras no conseguimos aún ningún punto, no es que sea normal, pero
está dentro del plan por decirlo de alguna manera.
—Pero entonces, ¿cuál es el objetivo en cada carrera? ¿Qué exigencia se ponen? ¿Qué plazos?
—No es que tengamos ninguna exigencia en ese sentido cada semana de
conseguir la Q3 o el primer punto o el primer podio. No hay un día
mágico. Lo que sí hay es mucha ilusión y mucho trabajo y eso es lo que
se contagia en el equipo y lo que se ve desde fuera. Aunque entiendo
también, claro, que desde casa estar el decimocuarto y estar contento es
super contradictorio pero habría que verlo desde dentro.
—Por eso se le ve tranquilo, está en esa etapa de transición y
tiene un plan. Me alegra que reconozca que es algo extraño visto desde
fuera. Ayer nos decía que sería injusto que estuviese triste por todo lo
que tiene. Además de lo de ‘la mejor compañera a mi lado’. ¿Hasta qué
punto le sustenta el amor ahora mismo en su vida?
—Siempre he tenido la suerte de contar con mucho apoyo de mi familia,
mis padres, mis amigos cercanos... Pero sí que es cierto que ahora
mismo estoy muy, muy feliz en ese aspecto. Lara es una persona
excepcional y todas las personas excepcionales son fuera de la norma y
alguien que está fuera de la norma es especial. Y ella para mí lo es.
—Estaría todo el día hablando con usted, me gustan las personas excepcionales. Muchas gracias por todo.
—Lo sé. Gracias a ti.
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