
TORONTO – El nadador estadounidense, Chip Peterson, se reencontró
consigo mismo en las aguas de Toronto este domingo tras alcanzar la
medalla de oro en los 10 kilómetros de aguas abiertas en los Juegos
Panamericanos de Toronto 2015. La carrera tuvo una fuerte carga
emocional para este joven de 27 años de edad que sabe lo que es tocar la
cima y caer en un chasquido, en una brazada.
“Me siento muy contento. He tenido subidas y bajadas en los últimos
10 años gané campeonatos del mundo hace 10 años y ahora he estado
luchando para regresar al nivel al que estaba desde hace mucho tiempo.
Estoy cerca de ese punto y estoy muy contento”, afirmó a
ESPNDeportes.com al finalizar la carrera.
La última década de Peterson ha sido la más complicada de su vida. Su
particular calvario comenzó pocas semanas después de ganar la presea de
oro en los Juegos Panamericanos de Río 2007 en los 1,500 metros y la
plata en los 10 kilómetros. El emplazamiento era inmejorable en las
icónicas aguas de Copacabana, sin embargo, pocas semanas después de la
carrera, Peterson fue diagnosticado con una colitis ulcerosa. Se sentía
débil, con dolores abdominales, inflamaciones, fiebres, diarreas y
hemorragias. Los síntomas no desaparecías a pesar de los medicamentos
intravenosos e ingeridos y cada vez pasaba periodos más largos en el
hospital.
Los síntomas eran episódicos peo más constantes y en su mente siempre
estuvo arraigada la idea de que algo de aquellas aguas de Río le
provocó esta enfermedad. Nunca se ha demostrado, sin embargo siempre
unió su caso con el de la ya retirada nadadora Kalyn Keller Robinson,
que ese mismo día finalizó en la cuarta posición de mujeres. A ella se
le diagnosticó la enfermedad de Crohn, una dolencia muy similar a la de
Peterson. Ella tuvo que dejar de nadar, pero él continuó.
Entre idas y venidas del hospital, el estadounidense fue capaz de
prepararse para competir y quedar en primer lugar en la competición de
los Pan Pacíficos en 2010. Era una oportunidad perfecta para ponerse a
tono de cara a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Nunca pudo llegar a
la cita londinense. Pasó por quirófano en tres ocasiones, se le tuvo
que extirpar el colon y pensó que su recuperación total nunca llegaría.
“Tuve una operación hace un año y medio. Ha sido una batalla. Ha sido
una lucha mental el tener esta enfermedad. El pasar por quirófano no
fue necesariamente la decisión correcta. Me siento muy contento por
lograr el oro”, afirmó el nadador de la Universidad del Norte de
Carolina. “Me siento yo otra vez. Es un desahogo. Con terminar la
carrera hubiera sido suficiente. Me he quitado un peso de mis espaldas,
sentí que había algo de presión. Siento que por fin estoy sano y que soy
capaz de nadar bien. Estoy muy entusiasmado de estar aquí”, confesó
este chico de sonrisa fácil y brillo en los ojos.
Este californiano acostumbrado a superarse a sí mismo desea devolver
lo que ha logrado y le gustaría estar dedicado a la medicina. En su mira
están los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, una cita que aunque suene
paradójico, no quiere perderse por nada. Los 10 kilómetros que completó
Peterson el domingo para ganar la medalla de oro en aguas abiertas
sirvió para que dejara atrás una década de calvario para la que ha
pasado página.
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